domingo, 26 de diciembre de 2010

De Río de Janeiro a Cancún: ¿Hacia donde vamos?


¿Cuántas veces ha tenido usted que enjugar el sudor de su frente ante el incesante calor de medio día? ¿Cuántas otras ha intentado explicar, a quien vuelve después de tiempo a la ciudad, porque el Misti ya no posee nieve o cuando la tiene, esta dura apenas unos días? ¿Finalmente, en cuantas ocasiones ha desarrollado una respuesta frente a la ausencia de lluvias en aquellos meses que nos tenían acostumbrados a ver convertidas las estrechas calles del centro en ‘ríos’ que había que surcar dando saltos de aquí para allá? Para todas estas situaciones es muy probable que la respuesta, aún cuando no lleve consigo la debida argumentación científica, haya sido la misma: es por el calentamiento global.

Este fenómeno mundial, cuya causalidad para explicar los problemas climáticos es utilizada por muchos (aunque, en algunos casos, no haya necesariamente una relación directa) hace pocos días fue abordado nuevamente en la Cumbre Mundial contra el Cambio Climático de Cancún (COP 16, por sus siglas en inglés)). Esta reunión, que convocó a representantes de 194 países, ha puesto en discusión las necesidades más urgentes para ‘enfrentar’ los efectos del calentamiento global. No es gratuita la palabra ‘enfrentar’, ya que en opinión de muchos expertos, el cambio climático es inminente y lo único que resta por hacer frente a una realidad irreversible es atenuar los efectos mas dramáticos que apenas estamos empezando a sentir. De hecho, nuestro país, es de los primeros en lista entre los más afectados por esta larga serie de desafortunados desastres naturales que parecen venir. (1)

Los resultados de la COP 16, sin embargo, no son nada alentadores en relación al instrumento jurídico internacional que pretendían reemplazar y que está por caducar: el Protocolo de Kyoto. Este acuerdo internacional se encuentra dentro de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, suscrito en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. Kyoto dio en 1997 fuerza vinculante a la Convención y pretendía obligar a los Estados firmantes del mismo a reducir gradualmente la emisión de gases contaminantes (el más conocido de ellos el CO2) principales causantes del efecto invernadero que genera el calentamiento global. Incluso se fija un porcentaje de reducción de 5 % al año 2012, fecha en que deja de tener vigencia.
Pero, ¿Fue unánime la aceptación de Kyoto? Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó. Incluso, en el año 2001 en el gobierno de Bush se retiró del acuerdo porque consideraba que su aplicación era ineficiente. Las cifras, sin embargo, condenaban a la potencia que consume 25 % de la energía fósil del planeta (petróleo, gas y carbón) y es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, gases que el acuerdo precisamente busca reducir. Después del Kyoto todas las cartas parecían jugarse en la COP 15 celebrada en la ciudad danesa de Copenhague en el año 2009. El objetivo de esta cumbre era aprobar un acuerdo que reemplace al de Kyoto a partir del 2012. Incluso pretendía que en el documento final se establezca una reducción mundial de la emisión de CO2 en 50 % en el año 2050 respecto a 1990. No obstante, nuevamente se produjeron tensiones entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo. Los primeros argumentando que una reducción en esos niveles afectaría seriamente su nivel de vida, basado fundamentalmente en el uso de energía fósil. Los segundos (entre ellos China e India) porque una reducción en esos niveles afectaría seriamente su crecimiento económico. Al final de la cita, se formalizó un acuerdo que establecía reducir la emisión de gases contaminantes para que el aumento de la temperatura mundial no sobrepase los 2 ºC, sin establecer claramente el como hacerlo.

La COP 16 no parece haber cambiado mucho esta dramática tendencia que viene desde Copenhague. Se respeta este acuerdo de no sobrepasar los 2 ºC, pero también contempla la creación de un "Fondo Verde", que pretende recoger y distribuir US$ 100.000 millones al año hasta el 2020 para apoyar los esfuerzos de adaptación al cambio climático en los países más pobres y facilitar el uso de tecnologías no contaminantes. Además, la reducción antes de 2020 de los gases de efecto invernadero entre un 25 y un 40% con respecto a los niveles de 1990 y la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD), programa que busca reducir las emisiones de carbono mediante el pago a las naciones en desarrollo para que detengan la tala de sus bosques.

Sin embargo se cuestiona lo arbitrarios que pueden ser los 2 ºC fijados como límite (2ºC en un lado del planeta pueden ser 3,5ºC en otro como argumentaba el representante de Sudán, cifra que podría destruir la economía y el modo de vida de muchos pueblos) el manejo de los recursos del Fondo Verde (con el Banco Mundial de por medio), la equidad en la distribución de los ingresos de REDD y si finalmente este acuerdo será legalmente vinculantes. La siguiente cita es en Durban (Sudáfrica) donde esperamos que estas preguntas puedan contestarse. No podemos darnos el lujo de seguir haciendo esperar al planeta.
(1) Para una lista detallada de los efectos del cambio climático en el país puede visitar: http://www.pucp.edu.pe/climadecambios/index.php?tmpl=menu_cp&id=55 (Última consulta: 20 de diciembre de 2010)

No abrir. Peligro de entrar en otro mundo


No abrir. Peligro de entrar en otro mundo (Arequipa, 2010) es un libro de cuentos que fue presentado hace pocos días en un auditorio del Colegio de Abogados de Arequipa. Esta es una publicación de un grupo de voluntarios llamados Hormigas Rojas, que es apoyado por el Observatorio de Prisiones de Arequipa (OPA). Hasta aquí, el amable lector se preguntará: Bueno ¿y que es lo novedoso de todo esto? Pues la novedad está en que el libro ha sido escrito por niños y jóvenes recluidos en un albergue de nuestra ciudad. Varios elementos valiosos me gustaría comentar de esta bella publicación cuya originalidad va de la mano con el esfuerzo que han realizado todos aquellos detrás de los niños que ayudaron a pulir este bello cuadro lleno de palabras y colores.
Llama mi atención, inicialmente, el tipo de metodología que fue empleada a lo largo del proceso de elaboración de los relatos. La relación horizontal entre voluntario y los chicos del albergue facilitó este difícil trabajo de construcción. Sumado a ello, el pensamiento crítico, que se persigue denodadamente a lo largo del texto, es una buena manera de educarnos para la vida y no aceptar la realidad tal y como nos las han presentado, sin hacerle algunas buenas preguntas o observarla también con nuestros propios ojos, sin necesitar siempre de mediadores. La gramática de la fantasía, es otra de las herramientas puestas al servicio de este trabajo. Este ejercicio libre y liberador, propone articular palabras aparentemente inconexas entre si, juega con los absurdos y nos permite construir historias donde todo parece desordenado y sin posibilidad de establecer vínculos.
No abrir se convierte en un texto valioso en el sentido que representa adecuadamente las palabras (de allí que los jóvenes reclamaran incluso porque no se había incluido mas jergas), los lugares (uno de los mas característicos es el mercado San Camilo), las imágenes, las personas y los poderes que ellos quisieran tener. Uno de los atractivos más importantes del libro es el aparente desorden en el que esté escrito. No hay, como clásicamente se espera, un inicio al comienzo o un final al “final”, para decirlo de alguna manera. Mas bien, si hay un mapa, que permite seguir todas las aventuras de Yoel y Estrella, la chica bella, e ir saltando de aquí para allá (al estilo de Rayuela de Julio Cortazar), buscando las claves en los Walkie Talkies, que son unos aparatos también creados por los niños que les permiten ir de un lugar a otro, detener el tiempo, poder volar y desaparecer cuando ellos quieran.
Quisiera transcribir un breve texto del libro que me parece especialmente representativo de todo el conjunto: “Yoel apareció en la puerta del mercado San Camilo donde Nelly y su hermanito Giancarlo vendían choclos, los dos se sorprendieron al verlo salir de la nada y huyeron asustados arrastrando su carrito. Nuestro protagonista, acostumbrado a que la gente se asuste decidió buscar un trabajo entonces ingresó al mercado y se acerco a la tienda de Don Pancho y le pregunto si tenía alguna chamba para el. ¿Por qué quieres trabajar? Pregunto Don Pancho. Es que estoy misio…Sin embargo Don Pancho lo rechazó y a Yoel no le quedó otra que seguir buscando”
Algunas ideas que, personalmente y no en afán psicológico, parecen recorrer transversalmente los cuentos: La gente se asusta al verlos, ellos salen corriendo frente a una situación en la que tuvieron participación directa o indirecta, no tienen dinero pero si necesidades (alimento, internet) y una relación casi siempre tirante con adultos. Creo que estas acciones y actitudes son una clave importante, no solo para entenderlos mejor, sino para poder entendernos y mejorar la relación que hemos desarrollado con los niños y jóvenes, de manera especial, aquellos en situación de riesgo o privados de su libertad. Como se ven ellos mismos,” si la gente se asusta cuando los ve”, como enfrentan ellos sus propios temores, “si salen corriendo”, como satisfacen sus necesidades “si no tienen dinero” y como se relacionan con aquellos que deciden como y donde van a vivir. Es importante resaltar que la libertad (salir volando, el escape final) podría convertirse en el valor e incluso la aspiración permanente, la posibilidad de ser y estar en algún otro lugar que no sea este, donde sea un poco más feliz.
Finalmente una reflexión sobre el voluntariado de Hormigas Rojas que lleva 8 años de trabajo. Un tiempo así, en términos de voluntariado, es un tiempo fantástico. Digo esto porque, desgraciadamente y de manera particular en esta época navideña, es cuando recordamos que podemos hacer algo por el hermano. Es más, no dudo que estas semanas previas a las fiestas de fin de año, los niños y jóvenes terminarán hastiados con tanto chocolate, panetón, festejos, que incluso se darán el lujo de elegir entre una marca u otra, o entre un regalo barato de una aparentemente más caro. No dudo de las buenas intenciones de personas e instituciones que se movilizan en esta época, pero ¿que pasan los otros 11 meses del año? Esta mirada coyuntural de voluntariado, muchas veces confundida con el asistencialismo, puede terminar pervirtiendo iniciativas sostenibles, duraderas y mas constructivas como el voluntariado que proponen las hormigas rojas.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una historia ya contada


Nuevamente las aguas parecen recibir una agitación no inesperada, sino más bien anunciada. Una vez más acudimos a un nuevo escenario de enfrentamiento y disputa por un determinado bien. Como en tantas ocasiones, el dialogo, la tolerancia y la capacidad de condescendencia cuando es necesaria parecen ser indeseables dentro del grupo de invitados que acuden a esta cita. Finalmente, la historia parece repetirse de nuevo, como una suerte de representación teatral gastada, cuyos actores no están cansados de representar una y otra vez un montaje tantas veces repetido y donde los asistentes acuden expectantes pensando algunos en encontrar algo nuevo, mientras otros solo esperan el desenlace.

No es extraño que en su último Reporte de Conflictos Sociales Nº 80 – Octubre 2010(1), la Defensoría del Pueblo ubique en un lugar importante el caso del proyecto minero Tía María. Según la Defensoría, este es un conflicto de tipo Socioambiental, predominantes dentro de la conflictividad social, ya que representan el 48 % del total de conflictos identificados durante el mes de octubre. Le siguen, bastante más atrás, los de tipo asuntos de gobierno local, asuntos de gobierno nacional, electorales y nacionales. El caso es descrito sucintamente como la “oposición de algunas autoridades locales y un sector de la población de la provincia de Islay al trámite de explotación minera del proyecto ‘Tía María’ iniciado por la empresa Southern Perú Copper Corporation por posibles daños al ecosistema de la zona y reducción de los volúmenes de agua del río Tambo.”

Además, de manera conveniente, la Defensoría identifica a los principales actores en esta situación. Dentro de una concepción sistémica de la política y la sociedad, se concibe a los protagonistas como actores que desempeñan un determinado papel (rol) en esta representación y participan de manera directa (actores primarios) o indirecta (actores secundarios). Así, el reporte identifica como actores primarios a: Southern Perú Copper Corporation Sucursal del Perú, Ministerio de Energía y Minas, Municipalidad Distrital de Cocachacra, Coordinadora Provincial Contra la Agresión Minera, Municipalidad Dean Valdivia, Municipalidad de Matarani, Municipalidad de Punta de Bombon, Gobierno Regional de Arequipa, Coordinadora macro regional del sur de lucha contra la agresión minera, Frente Amplio de Desarrollo y Defensa de los Intereses de la Provincia de Islay FADDIP-ISLAY, Frente de Defensa de Cocachacra, Junta de Usuarios del Valle de Tambo, Ministerio de Agricultura. Como actores secundarios a: Asociación de Pescadores Artesanales Camaroneros y Defensores de la Fauna del Río Tambo. Es importante no olvidar un tercer grupo de actores, los llamados terciarios, quienes tienen un papel imparcial y son reconocidos por los actores primarios y secundarios como interlocutores válidos para mediar en el conflicto. Normalmente la iglesia se ha convertido en los últimos años en un interlocutor válido que busca mediar en una maraña de intereses, poderes y redes.

Ahora, si bien es posible reconocer que existe un importante número de actores primarios (lo cual hace complejo cualquier proceso de negociación), también es pertinente añadir que los actores involucrados no son iguales y poseen distintos poderes. Un error constante es detenerse únicamente los roles que desempeñan, y olvidar las presiones que se generan entre unos y otros, la capacidad de persuasión, el poder económico, la legitimidad dentro de la población y, especialmente, los intereses que hay detrás de cada uno de ellos que van más allá de las reivindicaciones y ganancias inmediatas. De igual manera, el modo como cada uno de ellos percibe el problema y como se perciben entre ellos, donde es posible reconocer prejuicios, miedos, menosprecio e incluso viejos resentimientos. No olvidemos que la política no es solo razón, sino también sentimiento.

Finalmente, al indicar el Estado del conflicto, el documento indica la presencia de diálogo. Mediante oficio Nº 027/2010 FCDPI, el Frente Cívico por la Dignidad de la provincia de Islay (FCDPI) ha solicitado al Gobierno Regional de Arequipa una reunión entre el Gob. Regional de Arequipa, Presidente del Consejo de Ministros y titulares de los Ministerios de Energía y Minas, Agricultura, Salud y Ambiente, para tratar el tema del proyecto minero “Tía María” y anunciaron (como ya sabemos) un paro indefinido para el 22 de noviembre del 2010. Sin embargo, como para ir calentando motores y seguir alimentando la desconfianza entre los actores más importantes, se produjo un enfrentamiento en una ceremonia que frustró la entrega de maquinaria de parte de Southern para los agricultores del distrito de La Curva.

Como puede apreciar el amable lector, el escenario esta configurado y los actores preparándose, tras bambalinas, para tratar de ejecutar notablemente el rol que les corresponde. Solo que en esta función no sabremos si al final escucharemos el estallido entusiasta de aplausos o todo terminará en un mudo silencio que simbolice, una vez más, que el dialogo y la tolerancia siempre deben ocupar los primeros lugares en esta gran puesta en escena.
En: http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/conflictos/2010/reporte-80.pdf (Última consulta: 16 de noviembre de 2010)

sábado, 13 de noviembre de 2010

Y usted, ¿cuan dispuesto está a cambiar?


¿Cuantas veces usted ha tenido que subir o bajar “al vuelo”, como se dice coloquialmente, de una combi en movimiento? ¿Recuerda el número de veces que ha tenido que abordar la unidad a media pista? ¿Piense en todas aquellas ocasiones en las que tuvo que descender a la calzada para seguir transitando porque, sencillamente, las aceras en el centro de nuestra ciudad son sencillamente intransitables? Pues si usted estaba acostumbrado a este tipo de prácticas, a partir de este lunes 15 de noviembre tendrá que pensarlo dos veces antes de hacerlo.

Como vienen informando diversos medios (aunque no con la intensidad que debieran), en unos días se aplicará el Decreto Supremo 040-2010-MTC, que modifica el Reglamento Nacional de Tránsito, que tiene como principal novedad sancionar a los peatones que incumplas las normas viales. Según el Decreto en mención, las faltas se han clasificado en muy graves (como por ejemplo cruzar la calzada de manera intempestiva y temeraria, cuya multa asciende a S/. 72 soles), graves (subir o bajar de vehículos en movimiento, S/. 27 soles) o leves (transitar al borde de la calzada).

Sin embargo, aunque la norma busca, en este caso, modificar hábitos socialmente impropios (creo que en eso todos estamos de acuerdo) a través de la coacción (expresada a través de una serie de sanciones, especialmente económicas) me pregunto si nuestros legisladores y quienes se encargarán de hacer cumplir la disposición han tenido en cuenta una pregunta que ha animado la reflexión en las ciencias sociales desde hace varias décadas: ¿Qué tan difícil puede resultar modificar una practica arraigada en una determinada sociedad? ¿Sigue siendo la coerción (expresada en multas, castigos, miedo) el único modo de generar cambios en la cultura peruana?

En palabras de Luís Quispe Candia, Director de la ONG Luz Ámbar: “Es una buena medida, sin embargo considero que debe trabajarse mas en la parte educativa pues las multas son irrisorias (sic.) Asimismo, se debe implementar gradualmente. Hay que considerar que tanto la ciudadanía como la policía no están preparadas”. De esta declaración se desprende más de un elemento que es pertinente comentar.

Un primer acierto en las declaraciones de Quispe Candia es reconocer la necesidad de mejorar la parte educativa. Este Decreto ha acertado en reconocer otra de las caras del problema vial en nuestro país, el cual esta constituido por usuarios y transeúntes. Sin embargo, este primer ejercicio de reconocimiento del “otro lado del problema” parece detenerse allí, sin ir más lejos. Es evidente que muchas veces la conducta de los transeúntes fluctúa entre el desconocimiento y la irresponsabilidad frente a las normas. Con todo, como enfrentamos una y otra dimensión. Un lector perspicaz sugerirá que el primer problema, como adecuadamente indica Candia, se soluciona con una mejor educación vial, pero el segundo, aquel relacionado no con el desconocimiento de las normas, sino con la actitud que tenemos frente a ellas ¿como lo abordamos? ¿Mayor conciencia?

Pero sus declaraciones no concluyen allí y además manifiesta que la cantidad con que se multará las faltas es irrisoria. Esta segunda afirmación incide nuevamente en la figura de la coerción como elemento sustancial en el cumplimiento de las normas, antes que reconocer el sentido y la obligación que deberían poseer los ciudadanos en el respeto de las mismas que vaya más allá de las multas o el temor al castigo. En que medida la coerción sigue dejando en pie la idea que los peruanos solo cumplimos las normas bajo la figura de la amenaza o la sanción. “La mano dura”, una vez mas es invocada y reconocida como la ‘única que salvará a este país de bárbaros que hacen lo que quieren sin que nadie les haga nada’.

Este conjunto de reflexiones que intento compartir con UD., amable lector, me recuerdan un espacio que es especialmente simbólico en la cultura peatonal de los estudiantes y profesores de la U.N.S.A. y me estoy refiriendo al puente que cruza la Av. Venezuela a la altura del Área de Sociales. De manera cotidiana, los transeúntes preferían cruzar la avenida menciona por la calzada, exponiéndose al peligro de una vía de alta velocidad. Sin embargo, algún tiempo después, el número de usuarios del puente peatonal se incremento considerablemente ¿Qué fue lo que pasó? Pues alguna autoridad no solo reforzó la malla metálica que se ubica en la verma central, además la alargo varios metros hacia arriba y hacia abajo. De esta manera, era más cómodo cruzar la avenida a través del puente que atravesarla por la calzada.

¿Esta podría ser una de las claves tantas veces buscadas? Naturalmente la respuesta va mas allá de la comodidad y mas bien parece orientarse a en que medida es posible establecer una relación adecuada entre el beneficio personal que genera la norma y el beneficio colectivo que implica su cumplimiento. Incluso, desarrollando niveles mas profundos de formación ciudadana, en que medida estoy dispuesto a renunciar a mi beneficio personal (empezando con algo tan sencillo como la comodidad) en aras de una sociedad más ordenada. Si, la educación es importante, pero las actitudes complementan y refuerzan aquello que debemos y podemos, aunque muchas veces no queremos hacer.

miércoles, 28 de abril de 2010

Prometeo o la historia de una promesa incumplida


¿Recuerda el amable lector quien fue Prometeo? Prometeo fue un titán de la mitología griega cuyo mérito más importante fue robarles el fuego a los Dioses del Olimpo. La historia cuenta que Zeus privo a la humanidad del fuego por un engaño previo del mismo Prometeo (en un sacrificio hizo que Zeus eligiera los huesos de un buey antes que su carne). Sin embargo, Prometeo consiguió devolverles a los hombres el fuego.

Zeus se venga de esta segunda ofensa a través de la no menos célebre Pandora, quien se casa con Epimeteo (hermano de Prometeo) quien en su casa poseía una caja que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad, la famosa ‘Caja de Pandora’. Epimeteo se casó con ella (a pesar de la advertencia de su hermano de no recibir regalos de los dioses) quien terminaría abriendo la caja tal y como Zeus había previsto. En el caso de Prometeo, Zeus hizo que le llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado y envió un águila para que le comiera el hígado. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Hércules pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo y le liberó disparando una flecha al águila.

A estas alturas el lector probablemente se pregunte: ¿Y que tiene que ver Prometeo con nuestra vida actual? ¿Qué importancia tiene un mito griego en pleno siglo XXI? ¿Qué tipo de relación se puede establecer entre esta historia y nuestra sociedad actual? ¿Cuál es la promesa no cumplida? Pues, en realidad, tiene mayor importancia de la que podemos creer. Empecemos mencionando que los mitos, en diferentes tradiciones culturales, han cumplido un rol esencial en la vida social: responder preguntas como el quienes somos, quien nos creo, por que las cosas suceden de este modo y no de otro y, no menos importante, hacia donde vamos. Constituían una verdad (tal como ahora podemos percibir a la misma ciencia) que se transmitía de generación en generación y que permitía entender el mundo que nos rodea.

Con el paso del tiempo y con la hegemonía de la racionalidad occidental (no es que los mitos sean irracionales, mas bien constituyen una forma de racionalidad propia de cada pueblo), los mitos parecen perder terreno como fuente de explicación y sentido. Las preguntas que parecen resolver ahora son abordadas por la ciencia, cuyos métodos y técnicas parecen incuestionables en la búsqueda de la verdad. El pensamiento mítico pasa a tener un rol subalterno, menospreciado por el espíritu científico y asociado con estados inferiores de desarrollo cultural.

Sin embargo, y a pesar del predominio del pensamiento racional, los mitos no pierden su dimensión simbólica, es decir, su capacidad de representar una idea de manera no solo imperecedera, sino también universal. El mito de Prometeo podemos relacionarlo de manera contemporánea con el descubrimiento y auge de la ciencia para el hombre moderno. Con la revolución científica que se inicia en la modernidad, el hombre, al estilo de Prometeo, cree haberles arrebatado el fuego a los dioses y se siente capaz de conseguirlo todo. Con esta nueva luz, que generosamente distribuye entre sus congéneres, siente que sus posibilidades de dominio sobre la creación se multiplican infinitamente. Para Josep Lafuerza: “… el hombre aprendió a sobrevivir en el laberinto telúrico dirigiendo primeramente sus actuaciones hacia la transformación y aprovechamiento del mundo de la physis, de sus potencias y recursos ocultos, en aras de una vida mejor y menos gravosa ayudándose de los saberes: astronomía, aritmética, lenguaje, agricultura, medicina, navegación y comercio. El saber recién adquirido propicia que la acción práctica del hombre cobre efectividad en su lucha contra la desmesura y hostilidad del hábitat.” (1)

Sin embargo, este poder que constituye la posibilidad del conocimiento ilimitado no termina resolviendo todos los problemas del hombre. Aquí podemos reconocer otro símbolo. Pandora, al abrir la celebre caja, desata una serie de desgracias entre los hombres: la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen, etc. ¿Cómo el hombre, recién poseedor del fuego del conocimiento, no puedo hacer frente a todas las desgracias que llegaron con la caja? ¿Es que acaso el fuego no era suficiente? ¿Las desgracias reubican al hombre en su mortalidad: “no eres un Dios, eres un mortal con un juguete divino”?

La ciencia, con todos los avances que registra de manera cotidiana, no resolvió todos los problemas de la humanidad. Sus logros son deslumbrantes, pero los costos de su autonomía innegables. Basta apreciar los desarrollos bélicos durante el siglo XX y los resultados de todo este ingenio puesto al servicio del mal. Prometeo repartió el fuego, pero este al parecer se quedo en muy pocas casas, alumbrando el interés egocéntrico de algunos y dejando en la oscuridad a la mayoría de los hombres. Hay, como vemos, una promesa no cumplida.

(1) Lafuerza, Josep. Acerca de los mitos prometeico y fáustico en la tradición cultural de occidente. En: http://www.raco.cat/index.php/Scriptura/article/viewFile/94816/142757 (Última consulta: 21 de abril de 2010)

Los limites de la tolerancia


Hace algo más de un mes recibí un correo electrónico al cual, en principio, no le di mucha importancia. Llevaba como título ‘casamiento musulmán masivo’. Desde mi prejuiciada mirada occidental, la imagen que vino a mi mente era precisamente la de nuestros matrimonios masivos, con varias decenas de parejas de distintas edades, tamaños y colores ávidos por recibir el sacramento del matrimonio, solo que esta vez desde la religión que fundó Mahoma.

Al recibir el mismo correo por segundo vez mi curiosidad no pudo resistir abrirlo y ver de qué se trataba. Efectivamente, coincidiendo inicialmente con la primera imagen que tuve, se trataba de un matrimonio con 450 novios, solo que se casaban con niñas menores de 10 años en Gaza, en el Medio Oriente. Si, ha leído bien, 450 parejas que en agosto del año 2009 se unieron frente a familiares y autoridades locales, todos provenientes del cercano campo de refugiados de Jabalia. La crónica cuenta que cada novio, que en promedio contaba con 20 años de edad, recibió 500 dólares como regalo de boda. Las niñas, además de un vestido y un maquillaje chillón, completaban el ajuar con sendos ramos de novia.

¿Este tipo de unión es excepcional en el mundo musulmán? Al parecer no, ya que el Centro Internacional de Investigación Sobre Mujeres estima que, actualmente, hay 51 millones de niñas desposadas que viven en el planeta tierra y casi todas en países musulmanes. 29% de esas niñas desposadas son golpeadas regularmente y abusadas por sus esposos en Egipto; 26% sufren un abuso similar en Jordania. Es más, la tradición parece apoyarse en el mismo Mahoma, quien desposó a Aisha, tercera y predilecta esposa del profeta, cuando ella tenía 5 o 6 años y Mahoma 54 años. El matrimonio se consumó 3 años después, según narra la misma Aisha: “Mi madre vino hacia mí cuando me estaban meciendo en un columpio entre dos ramas. Mi cuidadora me lavó la cara y me llevó de la mano. Cuando llegamos a la puerta se detuvo para que yo recuperara la respiración. Me introdujeron en la habitación, donde esperaba el Profeta sentado en una cama de nuestra casa. Mi madre me hizo sentar en el regazo de él. Entonces, los hombres y mujeres se levantaron y nos dejaron solos. El profeta consumó el matrimonio conmigo en mi casa cuando tenía nueve años.” (Aisha: Tabari Hadith, 9. 131)

El lector probablemente ya ha establecido una posición que condena, sin duda alguna, este tipo de prácticas y está seguro que debería existir algún tipo de sanción. Sin embargo el asunto no es tan sencillo. A mediados del siglo pasado los Derechos Humanos (DDHH), en un contexto post Segunda Guerra Mundial, aparecían como el instrumento ideal para impedir cualquier tipo de practica que vulnere la dignidad del hombre, al margen de sus características sociales, económicas o culturales. No obstante, una de las barreras más importantes que han encontrado los DDHH es precisamente esta suerte de relativismo cultural con el que se pretende defender ciertas tradiciones. Desde esta mirada, cada cultura posee el derecho de organizarse y vivir en función a los valores, tradiciones, normas y costumbres que considere importantes. Es mas, considera como una intromisión cualquier juicio de valor que se pueda establecer sobre alguna tradición en particular.

Como concepto antropológico, el relativismo cultural aparece en los años 20 del siglo pasado como una respuesta a la mirada eurocéntrica que dividía arbitrariamente en salvajes, bárbaros y civilizados a los diferentes pueblos. Europa, naturalmente, aparecía como el ideal de desarrollo al cual debían apuntar aquellas culturas consideradas premodernas. Este relativismo buscaba revalorar las diferentes tradiciones culturales bajo el lema que no hay culturas superiores o inferiores y que cada cultura se debe juzgar en función a sus propias características. Este nuevo relativismo parece convertirse en la excusa que permite la subsistencia de prácticas cuestionables.

Los DDHH, sin desconocer la potestad que poseen las culturas en manifestarse y vivir bajo sus tradiciones, propone un conjunto de mínimos necesarios para que estas mismas tradiciones no terminen por atentando contra la dignidad del hombre. Aunque muchas veces se les acusa que llevar consigo un origen occidental que les quita cierta neutralidad al juzgar diferentes tradiciones culturales, es preciso no olvidar que una característica esencial de los DDHH es que son autoreferenciales, es decir, que son en si mismos una fuente de referencia por el solo hecho de existir.

Después de estas breves reflexiones las preguntas que parecen desprenderse son: ¿hasta donde es posible tolerar determinadas manifestaciones culturales? ¿Cuáles son los límites de esta tolerancia? ¿Como poder intervenir sin que las culturas sientan vulneradas su autonomía? ¿Cuan autónomas son las culturas cuando sus tradiciones vulneran derechos básicos? El caso que hemos mencionado al inicio de este artículo es tan solo un pequeño ejemplo de los retos que plantea la diversidad cultural en un mundo que no solo ha globalizado bienes y servicios, sino que ha permitido extender el manto de los derechos básicos a todos, aunque ello, por el momento, no sea suficiente.

sábado, 3 de abril de 2010

Los mitos de la conquista


Una división tradicional de la historia del Perú nos presenta el periodo preinca, inca, colonial, republica y contemporáneo. Cuando llegábamos al periodo inca nos maravillábamos de los grandes logros alcanzados por su civilización en organización, economía, infraestructura, artes y religión. Se nos presentaba el imperio de los incas como un lugar idílico, un paraíso perdido donde nadie tenía hambre y todos eran iguales. No obstante, al pasar a la conquista (periodo que media entre los incas y la colonia), nuestras sorpresas comenzaban ya que era difícil entender (y aceptar) como un grupo de casi 180 hombres pudieron acabar con todo un imperio. ¿Qué parte de la historia no nos han contado? ¿Por qué persisten viejas ideas respecto a este periodo? ¿Cuánto contribuyen estos mitos arraigados en el imaginario colectivo en la formación de una endeble identidad nacional? Veamos algunos de estos mitos que la tradición se ha encargado de transmitirnos como verdades que no admiten discusión.

Empecemos mencionando que efectivamente encontramos superioridad militar del lado español (caballería, armas de metal, cañones, arcabuces y capacidad estratégica de sus líderes), frente a una masa indígena provista de lanzas, garrotes y hondas, aunque con una superioridad numérica incomparable. Sin embargo, ¿esta superioridad bélica fue suficiente para inclinar la balanza? La respuesta es no, y en nuestra ayuda acuden dos factores claves para entender la victoria española: en primer lugar el colaboracionismo indígena a favor de los españoles y en segundo lugar un ejercito con aliados tan microscópicos como letales: el sarampión. Veamos cada una de ellas.

Muchas etnias, sometidas por los incas, vieron en los ‘barbudos’ una oportunidad inmejorable de libertad. De allí que unen fuerzas con ellos para enfrentar las tropas incas. Una prueba contundente de ello la brindó en el año 2004 el arqueólogo Guillermo Cox. Al explorar las tumbas de Puruchuco (Lima) descubre un enterramiento con unas características particulares. Al analizar los restos encontrados, la característica de todos ellos era que habían dejado de existir a causa de una muerte violenta. Sin embargo, mientras uno de ellos (probablemente el líder) presentaba un claro orificio de entrada y salida producido por un proyectil de arma de fuego, los demás tenían lesiones cuyo origen estaba asociado a armas de piedra.

Este probable enterramiento data de 1536, un año después de fundada Lima, en que la ciudad sufre el ataque de grupos de resistencia indígena encabezados por Manco Inca. Las crónicas españolas insisten en narrar la acción valerosa de un puñado de españoles que enfrenta a miles de indios que logran ser dispersados con la fuerza de la caballería ibérica. Sin embargo, datos etnohistóricos recientes dan cuenta del apoyo de la etnia Huaylas, a la que pertenecía la concubina de Pizarro, Quispe Sisa o Inés Huaylas (hija de Huayna Capac y hermana de Atahualpa), con la que Pizarro tuve dos hijos, Gonzalo y Francisca. Podemos apreciar claramente que se enfrentaban indios contra indios, mientras los españoles no hacían más que agudizar las contradicciones y rivalidades entre pueblos para finalmente salir ellos vencedores. Naturalmente los huaylas no fueron los únicos que colaboran con los ‘wiracochas’, sino también indios cañaris, huancas y chachapoyas.


Otro factor, tal vez más importante que el anterior, esta dado por otro tipo de arma que puede ser más efectiva que espadas o arcabuces: la viruela. La guerra biológica no es una novedad en el nuevo mundo, ya que sus antecedentes datan del medioevo (se arrojaban cuerpos en descomposición para generar epidemias dentro de las ciudades). Uno de las más ilustres victimas de este mal fue precisamente el inca Huayna Capac, cuya muerte desencadeno la lucha por el poder entre Huascar y Atahualpa. Los cálculos más aceptados de la población del Imperio inca son de 13 a 15 millones de habitantes (D. Noble Cook) En los tiempos de la Colonia la población indígena disminuyó drásticamente. En 1620 la población llegaba sólo a los 600 mil habitantes. De 1532 a 1620, había 14.400.000 habitantes menos, en apenas 88 años. La disminución media por década fue de 1.655.172 habitantes. Por año: 165.517 habitantes. Por día: 453 habitantes.

Existe un gran consenso entre historiadores, demógrafos y ecólogos que apuntan a la introducción de enfermedades frente a las cuales los indígenas carecían de defensas, como la causa fundamental de la debacle demográfica, estimando entre un 75 y un 95% de disminución de población achacable a las enfermedades epidémicas. Ocurre los que Ruggiero Romano denomina un proceso de unificación micróbica del mundo que se origina en occidente (Europa, Asia y África) debido al comercio y que afecta acumulativa y sucesivamente a indígenas de todas las edades.

Para seguir pensando en este periodo de nuestra historia en búsqueda de nuevas verdades que permitan reconocer lo que sucedió hace tantos años, pero que hoy sigue desatando encendidos debates y apasionadas defensas de uno y otro lado.

Los siete “ismos” de la política


“No importa que robe, pero que haga obra”, “Si quieres ganar plata métete en política, hijito”, “Juro por Dios y por la plata,…digo…por la Patria”, “Yo voto por el primero que soluciones mis problemas, ¿si es corrupto?, bueno, nadie es perfecto” ¿Le resultan familiares al lector estas frases? ¿Cuántas veces las ha utilizado para tratar de entender nuestra política local? ¿Ha logrado establecer alguna posición frente a ellas? Algunos asocian con Nicolás de Maquiavelo la ruptura entre la ética y la política, surgiendo así una nueva moral, donde el fin justifica los medios. ¿Cómo poder reconocer esta nueva moral con la que llega la política? ¿Cómo poder construir y reforzar los viejos puentes que la vinculan con la ética? ¿En que momento nos dejamos engañar por esta nueva racionalidad y terminamos haciéndoles el juego a los políticos de turno? Veamos esta pequeña lista con 7 términos que, a modo de un pequeño manual, pretende alertarnos sobre aquello que antes que normal y común, contribuye en la construcción de una cultura política cínica e interesada.

Pragmatismo Equivale a actuar con prescindencia de ideologías principistas, haciendo lo que parece más adecuado de acuerdo a cómo se presentan las circunstancias de cada momento. Muchas veces hemos escuchado que “hay que ser práctico, no hay que hacerse problemas”. Sin embargo, el problema radica en que en esta búsqueda de soluciones inmediatas y efectivas no se considera los medios utilizados (si son éticos o no) y tampoco los fines (las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones).

Mercantilismo es un tipo de política económica en la que el gobierno debe intervenir regulando a la actividad económica. El problema, más allá de la posición liberal respecto a la intervención estatal, en que muchas veces esta mediación tiene motivaciones oscuras para favorecer a aquellos que si bien no forman parte del poder político, tienen sólidas influencias para legislar a favor suyo. Es primo hermano del proteccionismo estatal que eleva aranceles para proteger no al pequeño empresario, sino a grandes empresas.

Clientelismo es un sistema extraoficial de intercambio de favores, en el cual los políticos de turno ofrecen una serie de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral. Se compran voluntades (de allí viene la palabra voto) a cambio de satisfacción de necesidades inmediatas. Como imaginará el lector, este tipo de práctica clientelar genera una nueva cultura política en la que el ciudadano elegirá no en base a programas e ideas, sino en función a dadivas inmediatas.

Transfuguismo como una denominación atribuida (que se puso de moda en la política peruana desde el año 2000), a aquellos representantes que traicionan a sus compañeros de lista, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante. Normalmente el transfuguismo tiene lugar por motivos ilegales y socialmente inaceptables. Ello no quiere decir que una persona que pertenece a una agrupación este condenada a permanecer en ella para siempre, sino mas bien saber diferenciar las motivaciones de este cambio.

Patrimonialismo, término acuñado por Max Weber, esta referido al uso de los bienes públicos como si fueran patrimonio privado, es decir, propiedad del político. Peter Evans nos hable de Estados Predatorios que se caracterizan por la apropiación de las rentas públicas (o corrupción) por parte de los funcionarios. La sociedad es la presa de un predador o gobernante. Malversación, enriquecimiento ilícito, uso inadecuado de los bienes públicos, son expresiones concretas de esta percepción equivocada de lo público.
Corporativismo un sistema de organización o pensamiento económico y político que considera a la comunidad como un cuerpo sobre la base de la solidaridad social orgánica, la distinción funcional y los roles entre los individuos. El problema del corporativismo es que asume que roles, funciones y estructuras son inmutables y naturales. Es decir, no solo se establecen claros los roles de gobernantes y gobernados, sin posibilidad de control o fiscalización, sino que se asume que existe una suerte de clase política, que representa la cabeza de la nación y que esta destinada a dirigirnos.
Populismo es un término político usado para designar corrientes caracterizadas por su aversión a las élites económicas e intelectuales, su rechazo de los partidos tradicionales (institucionales e ideológicos), su denuncia de la corrupción política por parte de las clases privilegiadas y su constante apelación al "pueblo" como fuente del poder. En algunos casos se identifica erróneamente el populismo con la demagogia: mientras ésta última está referida al discurso del político buscando influir en las emociones de los votantes, el populismo está referido a las medidas que toma un político, buscando la aceptación de los votantes.

A estar prevenidos entonces. Solo en la medida que podamos no solo reconocer, sino también desenmascarar las distintas personificaciones de estos “ismos” políticos podremos elegir mejor y quejarnos menos los próximos 5 años.

jueves, 25 de febrero de 2010

Llegaron las lluvias…y algo más.


Hace algunos días volvieron las tan esperadas lluvias de temporada. La preocupación era casi general por su ausencia, que era recordada cada cierto tiempo a través del titular de algún medio periodístico o mediante una conversación informal entre amigos y parientes. Nadie sabía cuando llegarían y finalmente llegaron. El problema sin embargo es que nadie sabe cuanto durarán y si podrán satisfacer las necesidades hídricas de la región. Es difícil saber también si cada año esperaremos con la misma ansiedad su llegada y si más bien debemos irnos acostumbrando no solo a esperar, sino a vivir con cada vez menos agua.

En la era de la información, de la tecnología, donde nada parece imposible y tan solo los límites los pone la imaginación, actividades tan comunes como abrir el caño o la ducha podrían convertirse en el triste recuerdo de una especie que no supo encaminar esfuerzos hacia lo realmente importante. Sin embargo, la omnipotencia humana parece mirar con desdén todo aquello que le recuerde su fragilidad y prefiere deleitarse con los logros alcanzados, aún con aquellos que han despojado al hombre de la condición que proponía Kant: Fin último de todas las cosas.

Hay varios lugares comunes respecto al agua que no nos cansamos de repetir, pero precisamente este conocimiento común y casi generalizado es inversamente proporcional al grado de conciencia sobre estos. Frases como “La tercera guerra mundial será por el agua” o “El agua en algunos años valdrá mas que el petróleo” (de hecho, en varios países, su costo se viene incrementando de manera inexorable) o la típica “Gota a gota el agua se agota” parecen tener un espacio reservado en los discursos cotidianos del ciudadano común, pero carecen de la coherencia necesaria que pueda reflejarlas en acciones y actitudes respecto al manejo de este recurso. Dos situaciones me ayudarían a expresar mejor este divorcio entre lo que decimos y lo que hacemos.

Hace algunos días en una universidad pública los estudiantes se vieron enfrentados a una situación incomoda, por decir lo menos: todos los servicios higiénicos se habían cerrado por ausencia de agua. Era notoria la incomodidad en muchos de ellos, ya que las necesidades fisiológicas no esperan demasiado y menos aceptan pasivamente postergarse, por mas convincente que sea el cartel pegado en la puerta de los servicios. Hasta allí una situación que he vivido más de una vez como estudiante y que imagino, no será la última. Al día siguiente, ya con los servicios habilitados y prestos para atender necesidades me encontré con una realidad poco feliz: caños abiertos e inodoros mal cerrados que dejaban discurrir aquel líquido que solo 24 horas antes era tan añorado. (Un inodoro malogrado puede desperdiciar hasta 548 litros en un solo día. El goteo de un caño hasta 80 litros)

La segunda situación ocurrió hace algunos años. Una sobrina, de tan solo 4 años de edad, me pidió usar los servicios de mi casa para lavarse las manos. Como era la primera vez que la pequeña visitaba la casa me ofrecí en acompañarla. Grande fue mi sorpresa cuando ella, muy segura de si, me indicaba que mientras ella se enjabonaba, yo debía cerrar el caño, ya que de ese modo el agua no se desperdiciaba (se puede ahorrar hasta 7 litros por día). No solo sonreí frente a esta lección recibida, sino también frente al alto sentido de responsabilidad que la pequeña había recibido y se encargaba de enseñar. Recordaba este episodio y pensaba el otro que narraba líneas arriba y me preguntaba ¿Por qué esta diferencia de prácticas y actitudes?

El hombre es un ser social. Ha diseñado una sociedad a su medida, que satisface necesidades, pero que también genera otras. Aprende a vivir en sociedad en diferentes espacios. La familia es un espacio inicial, pero de allí vendrán la escuela y los amigos. De ellos recibe conocimientos, pautas y normas que faciliten su inserción. Pero también recibe influencia de los medios de comunicación quienes de alguna manera, irán delineando sus gustos, sus deseos, sus ideas e incluso sus sueños. La pregunta en este caso sería ¿en que medida estos distintos espacios nos van haciendo responsables de lo que hemos recibido como herencia, pero que no es nuestro ya que también pertenece a los que vendrán mas adelante? ¿Cómo este ser, eminentemente social para algunos, ha olvidado que también es un ser natural, que forma parte de un todo llamado naturaleza que le envía mensajes cada vez mas serios? ¿Cómo articular estas frases como acciones concretas que se expresen de manera individual y puedan llegar a la expresión colectiva y política?

No sabemos si, aún con toda la ciencia a su servicio, el hombre esté destinado a sufrir pasivamente el designo, en este caso natural, de quedarse sin agua (a menos que un grupo de científicos este diseñando una maquina ‘hacedora de lluvias’) Mientras tanto, deberíamos preocuparnos en administrar mejor aquello que, aún siendo escaso, no terminamos de valorar. Se trata, y este es otro lugar común, de empezar por uno mismo.

Una mirada a los conflictos


¿Qué tan lejanos son para usted, amable lector, los terribles sucesos de Bagua? ¿Cuántas veces ha escuchado hablar nuevamente del Moqueguazo? ¿Cuál fue el detonante del famoso Arequipazo? Responder estas preguntas puede ser un ejercicio innecesario para algunos. Para otros, abrir viejas heridas que solo el tiempo (no necesariamente la justicia) mal que bien ha cicatrizado. Para unos pocos, el siempre necesario ejercicio de mirar atrás para saber donde estamos buscando avizorar lo que esta por venir.

Y es que los conflictos no son una realidad contextual en nuestro país. No son sucesos de carácter extraordinario, que irrumpen de vez en cuando de manera cruenta y con saldos dramáticos con los que la prensa nos bombardea de manera inmisericorde hasta que volteemos la página y pasemos a otra cosa. Los conflictos, en sus diversas modalidades son una realidad cotidiana en nuestro país, extendida de manera casi uniforme y con presencia en la mayor parte de las regiones. Después de los trágicos sucesos, líneas arriba indicados, solo una institución ha trascendido la mirada anecdótica de muchos medios de comunicación, de la opinión pública y en especial del gobierno: La Defensoría del Pueblo.

Ya sea a través de reportes mensuales, informes defensoriales o boletines, esta institución se ha preocupado en abordar la intensa conflictividad existente en nuestro país antes que como sucesos puntuales y aislados, como procesos que tienen un conjunto de causas no atendidas que siguen un ciclo que desgraciadamente en muchos casos concluye en crisis que pudieron ser desactivadas a tiempo. Son innumerables las lecciones que nos ha dejado el pasado, sin embargo ¿Por qué nos cuesta tanto aprender de el?

El Reporte 71º de Conflictos Sociales conocidos por la Defensoría del Pueblo al 31 de enero de 2010 (1) nos deja más de un dato que debiéramos incorporar en la reflexión sobre la realidad de nuestro país. El reporte da cuenta de la existencia de 260 conflictos sociales, de los cuales 170 se encuentran activos (65%) y 90 en estado latente (35%). Esta diferencia, aunque pueda parecer sutil a primera vista es muy importante. Si bien los conflictos sociales activos ni fueron atendidos a tiempo e implican un trabajo inmediato, aquellos en estado de latencia brinda una oportunidad para generar las condiciones del dialogo y la solución. Desagraciadamente, la vocación de los diferentes actores estatales parece ser la de un bombero acostumbrado solamente a apagar los incendios que ve y no prevenir futuros siniestros.

Otro dato valioso que brinda este Reporte es el mapa de la conflictividad en el país que clasifica a las regiones de acuerdo al número de conflictos registrados en su jurisdicción (mas de 11, de 6 a 10 o menos de 5). De las 25 regiones de nuestro país, al menos 9 de ellas registra más de 11 conflictos. Los casos mas alarmantes son Puno (22), Cusco (20) y Junín (20). Nuestra región se encuentra en una suerte de grupo intermedio ya que registra 7 conflictos, entre ellos los conocidos Tía María, planta de tratamiento de aguas residuales, harineras de Camana, con la provincia de Espinar por Majes II y el problema de demarcación territorial con Chumbivilcas (Cusco). Solo 7 regiones tienen menos de 5 conflictos. Una nueva mirada a este mapa de conflictividad en nuestro país también parece cuestionar la imagen arraigada de un sur andino belicoso y problemático frente a una costa central y norteña con una orientación clara y pacífica.

En cuanto al tipo de conflicto destacan los socioambientales (121 casos), casi el 50 % de los casos. Bastante rezagado aparecen aquellos de asuntos de gobierno local (37 casos), laborales (28 casos), entre los mas importantes. Llama especialmente la atención que aquellos que se originan en el cultivo ilegal de la coca sean apenas 3 casos. Que puede estar sucediendo en este caso: ¿Una terrible convivencia entre estas actividades y las instituciones encargadas de reprimirlas? O ¿Situaciones de enfrentamiento tan aisladas que carecen de visibilidad en la escena publica?

Finalmente, la frecuencia de los conflictos presenta una curva muy interesante. El pico mas alto se registra a partir de la segunda mitad del año (especialmente los meses de agosto a noviembre) y registra un notable decrecimiento entre fines y comienzos de cada año. Sin embargo, el nivel de conflictividad ha dejado la valla bastante alta para este 2010, ya que si en enero de 2009 se registraban 211 casos, en enero de este año estamos partiendo de los 260 casos ya indicados.

El viejo Marx, citando a Hegel refiere que: “la historia se repite dos veces, una como tragedia, la otra como farsa”. De ello los peruanos podemos dar sobrados ejemplos.
(1) Para acceder a una versión completa del Reporte en: http://www.defensoria.gob.pe/conflictos-sociales/objetos/paginas/6/44reporte_71.pdf (Última consulta: 14 de febrero de 2010)

martes, 2 de febrero de 2010

Religión y política: tan cerca, tan lejos


Nadie duda que el 2010 y casi la primera mitad del 2011 serán años fuertemente marcados por uno de los mecanismos de la vida en democracia: las elecciones. Se acercan, inicialmente, las elecciones regionales y municipales, y el próximo año las elecciones presidenciales y parlamentarias. Para algunos analistas, la carrera se ha iniciado pronto, con algunas candidaturas casi oficiales y otras que han generado gran desconcierto. También se insiste en no descartar la figura de un nuevo outsider(al estilo Fujimori, Toledo o Humala), que haga su ingreso de manera súbita, con una plataforma de cambio que reciba una adhesión inusitada de la ciudadanía. Lo que no esperaban muchos analistas es que esta partida se iniciara poniendo sobre la mesa una serie de temas que, hábilmente, muchos candidatos evitan tocar, en función a su contenido moral, cultural o social son especialmente controversiales.

Uno de los temas planteados es el famoso Concordato celebrado entre el Estado Peruano y el Vaticano, el cual da cuenta de una serie de beneficios que un Estado definido como laico, es decir, independiente de cualquier organización y confesión religiosa, brinda a una iglesia en particular, la Católica (sueldos, infraestructura, exoneraciones y el deber de ‘evangelizar’ a las FF.AA. y la PNP). Sin embargo, no es solo este acuerdo el pretexto adecuado para reflexionar sobre la relación religión y política. También lo son otros temas, que de tanto en tanto irrumpen en la esfera pública, generando encendidos debates de uno y otro lado. Temas como el matrimonio entre homosexuales, el aborto, la eutanasia, la despenalización de las drogas, han sido dotadas por un sector importante de la iglesia no solo de un carácter moral cristiano, sino especialmente de un carácter doctrinal, el cual, de manera inmediata las aparta del debate publico ya que la doctrina, al ser inspirada por Dios, no se discute.

Sin embargo, quedan algunas preguntas ¿Cuan relevante a nivel político, es decir para todos los ciudadanos, debe ser la opinión de una iglesia en particular? ¿Cuan importante es que los temas mencionados sean discutidos, quitándoles esa suerte de dogmatismo que los recubre, que parece guiar a legisladores de uno y otro credo? ¿Cuan cercana es la presencia de la religión en la política a pesar de la insistencia en conceptos como Estado laico, libertad de culto y no discriminación? ¿Quién influye a quien? o ¿Estamos hablando de dos esferas impermeables a las influencias de uno y otro lado?

Es importante indicar que tanto la religión (para los creyentes) como la política son dos espacios fundamentales en nuestra vida, tanto pública como privada. También es importante precisar que podemos percibir no solo puntos de encuentro (o desencuentro), sino también contradicciones y temas no resueltos. Sea a través de corrientes ideológicas (como la Teología de la Liberación y su opción preferencial por los pobres), a través de rostros concretos (Gustavo Gutiérrez, Marco Arana, o, a nivel latinoamericano, Fernando Lugo o Leonardo Boff) o mediante cambios sociales u estructurales (la llamada iglesia progresista, el apostolado social o las comunidades de base) son innegables los puntos de intersección entre una y otra.

Aunque en la modernidad trata de separar ambos espacios con ideas como Estado laico (público) y religión (privado) y se inicia un proceso pocas veces entendido como la secularización, identificado erróneamente como una suerte de pérdida paulatina de la espiritualidad religiosa en los fueros de la sociedad postilustrada, podemos percibir que los vasos comunicantes entre una y otra dimensión están presentes. Es más, para Gonzalo Gamio, más que separar artificialmente una y otra, la relación moderna entre religión y política se apoya en la “…estricta responsabilidad de los agentes respecto de sus acciones al interior de su morada (ethos). Nos remite a aquello que construimos en el mundo contingente y vulnerable de nuestras instituciones, acciones y discursos”. Es decir, antes que una invitación a huir del mundo, del tipo medieval, es una a estar en el mundo y comprometerse con el. Si bien se desacraliza el poder asumiendo que su fuente no proviene del designio de un ser superior sino de la voluntad popular, esta separación apunta a “…proteger de toda ‘intervención tutelar’ el discernimiento público del ciudadano, así como procura garantizar la libertad de cada individuo para decidir creer (o no creer) sin coacción alguna.”

Finalmente, Jean Yves Calvez propone dos ideas a tener en cuenta en esta compleja relación. Inicialmente establecer una distancia prudente con la autoridad política. Las autoridades religiosas no deben aprovechar del poder político para cuestiones de conciencia o de doctrina religiosa. En segundo lugar propone distinguir bien entre mis convicciones, que tienen que ser plenamente libres y que debo poder expresar donde me quieran escuchar, y lo que es el trabajo político parlamentario como legislador. Para seguir reflexionando sobre ello pero en clave ciudadana, es decir, quitando la etiqueta de universal a aquello que es particular, buscando la argumentación y debate en aquello que pretende ser disfrazado de dogma y asumiendo que la vida en sociedad implica respetar, tolerar y conocer aquello que no por ser diferente, es menos valioso.

¿A la minería dile no?


Hace pocos días, un grupo de pobladores de la provincia de Islay manifestaron su rechazo en contra de la actividad minera que se cristalizaría a través del cada vez más famoso proyecto Tía Maria a cargo de la minera Southern Perú Copper Corp. (SPCC). El argumento principal es la profunda desconfianza respecto al manejo del agua por parte de la mina y sus previsibles consecuencias con respecto a la principal actividad del Valle de Tambo: la agricultura. Aunque esta prevista una audiencia pública para el día 15 de febrero donde SPCC explicara los efectos ambientas y como gestionará el recurso hídrico, la situación real nos presenta una población mayoritariamente movilizada en contra de la actividad minera.

A partir de estas primeras líneas que intentan resumir lo acontecido hasta el momento, surgen algunas preguntas que inicialmente me animo a proponer: ¿Es la minera el único camino rumbo al desarrollo? ¿Existen actividades, como la agricultura, la ganadería, las manufacturas o los servicios que pueden convertirse en alternativas concretas frente a una solo visión de desarrollo? ¿Son salvajes, atrasados, ignorantes o mezquinos aquellos que se oponen a la misma? ¿O más bien terroristas y comunistas que aprovechan hábilmente la coyuntura para presentar, en un empaque distinto, ideas consideradas trasnochadas? Vayamos revisando cada uno de ellas, tratando de proponer algunas reflexiones que amplíen nuestra mirada del desarrollo.

Inicialmente es innegable el rol que ha tenido y tiene la minería en nuestro país. Desde tiempos prehispánicos su presencia en la vida no solo económica, sino también religiosa (rituales), artística o social (obsequio para reforzar viejas alianzas) esta ampliamente documentada en las crónica de la época y en las magnificas obras de arte que nos han sido legadas. Naturalmente en la colonia la actividad minera no solo se intensifica a costa de la vida de muchos indígenas, sino también el valor de la producción toma un nuevo sentido y se convierte en riqueza. Es en la República, con la presencia del Estado, que la actividad asume una nueva normatividad, buscando no solo proteger al trabajador, sino especialmente a partir de los años noventa, fomentar la inversión privada y reflejar socialmente las ganancias a través del canon minero.

Todo ello se refleja actualmente en la vida económica del país. Solo basta sumar el capital invertido en proyectos mineros en los últimos veinte años (de 1993 a 2008 US$ 15, 826 millones según la SNMPE), el papel que juegan en nuestra balanza comercial (60% de las exportaciones según el BCRP al 2009), su presencia a nivel de PBI (5.9 % en el 2009, BCRP), puestos de trabajo generados directa o indirectamente, la inversión en Responsabilidad Social buscando, ya sea llevar la fiesta en paz con la comunidad o asumir un compromiso real con respecto al desarrollo de su entorno, dejando de ser una isla de productividad en medio de un mar de miseria y resentimiento.

Sin embargo, atendiendo estos argumentos que podrían aparecer como defensa decidida de la actividad minera, incluso recogiendo los impactos negativos de la actividad, principalmente contaminación ambiental y cambio social acelerado y desordenado, la pregunta que anima este artículo aun parece sostenerse ¿Es posible concebir el desarrollo de un determinado espacio al margen de las actividades extractivas primarias, entre ellas la minería? Para los defensores a ultranza de la minería, pareciera no existir otra alternativa. Para ellos, el Perú es un “país minero” por antonomasia y cualquier negativa al desarrollo de esta actividad solo representa una suerte de autocondena a la pobreza y subdesarrollo de la comunidad implicada.

No obstante, una de las críticas mas importantes a la concepción clásica del desarrollo es esta concepción de camino único que presentaba hasta hace muy poco tiempo. Esta visión se presenta como suerte de escalera, donde todos estamos destinados a ir subiendo los peldaños que otros ya pasaron, con resultados más o menos felices. La realidad, a veces con cruel ironía, se ha encargado de mostrarnos más de una vez que el camino de unos no es el camino de todos. Que la historia no esta escrita y la ruta ya trazada. El desarrollo económico no es suficiente si no va acompañado de desarrollo humano con el consiguiente incremento de capital no solo financiero, sino social (instituciones) y humano (educación). Que el verdadero desarrollo es aquel que satisface necesidades presentes sin comprometer las futuras.

Es difícil saber que vendrá mas adelante. En el mejor de los casos podemos diseñar distintos escenarios o futuros posibles, probablemente la mayoría de ellos mostrando una actividad que termina por imponerse en virtud del poder económico y político detrás de ella. Yo me animo a proponer otro escenario, tal vez más difícil pero al mismo tiempo más ambicioso: una comunidad que democráticamente concibe si en su futuro hay espacio para una actividad como la minería. Si lo hubiera, es capaz de articularlo de manera coherente en una visión más amplia de desarrollo de carácter sostenible. En el caso que no conciba esta actividad, demostrar que es posible alcanzar el bienestar aún a costa de decirle no a la minería. Es un gran reto, pero también una buena oportunidad de trazar un nuevo camino. Veremos.