miércoles, 31 de agosto de 2011

Arguedas y Machu Picchu


Se fue julio, mes que de manera especial será recordado no solo por el cambio de mando y la renovación de la mayoría de nuestras autoridades políticas, sino también por haber sido el que centralizó la mayoría de actividades en relación al Centenario del descubrimiento de Machu Picchu para el Mundo. Como ya sabemos, mediante Decreto Supremo Nº 116-2010-PCM, el 31 de diciembre del año pasado se declaró al año 2011 de esta manera y se obligó, entre otras cosas, que todo documento oficial lleve esta frase en su encabezado. Hemos observado documentales, festividades, visitas celebres, cobertura mediática sin límites para celebrar, como se merece, a nuestra nueva maravilla mundial, motivo de orgullo para todos los peruanos y símbolo indudable de peruanidad fuera de nuestras fronteras, donde la palabra “Perú” y “Machu Picchu” son casi sinónimos en el mejor de los casos.

Se fue julio, pero aún no se ha ido el 2011. Y en los meses que quedan se seguirá celebrando otro centenario. Uno que no tiene la cobertura, los auspicios, ni las visitas glamorosas del primero, porque recuerda a un peruano que nació hace precisamente cien años, pero que sigue siendo incómodo para muchos, diría que para todos. Casi como podrá intuirlo, me refiero a José María Arguedas, un escritor y antropólogo andahuaylino, maestro de escuela, docente universitario, funcionario público, promotor cultural, pero sobretodo, un gran difusor del mundo andino, ese mismo que construyó Machu Picchu. Y decía que José María sigue siendo incómodo para muchos, porque su situación de permanente búsqueda de pertenencia, esta liminalidad entre dos mundos (el andino y el español, que al mismo tiempo que lo reclamaban para sí, lo terminaban desgarrando) estas preguntas incómodas en torno a lo que fuimos, a lo que somos, a nuestro porvenir constituyen aspectos no definidos de nuestra identidad. Este mirarse sin temor frente al espejo, aun sabiendo (y temiendo) que la imagen que este nos devolverá no será necesariamente la que esperamos, refleja un drama que se instauro hace casi 500 años, cuando dos mundos se encontraron violentamente, siendo finalmente uno de ellos sometido, no significando ello que la batalla en torno al reconocimiento se haya detenido.

Esta búsqueda (que podría vincularlo simbólicamente con Garcilaso de la Vega), es una situación no resuelta de muchos peruanos. Por ejemplo, esta relativización de los rasgos étnicos José María la vivió en carne propia. Por un lado fue despreciado por Pablo Pacheco, su hermanastro, por ser Arguedas más blanco que él. Recordemos que la discriminación no tiene un solo sentido (del blanco al indio o al negro, por ejemplo) sino también puede tomar un sentido inverso. Pero también despreciado por Pompeya, una joven estudiante de la que se enamoro durante su estancia en Ica, ya que ella no quería tener nada con ‘serranos’. Decía Arguedas que: “Los indios y especialmente las indias vieron en mi exactamente como si fuera uno de ellos, con la diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba más consuelo que ellos…y me lo dieron a manos llenas”

Para Gonzalo Portocarrero: “el proyecto arguediano pasa por la revaloración del otro, que puede estar representado como ‘el indio’ pero que también está dentro de mí. Casi todos en el Perú tenemos ancestros indígenas que nos hemos visto obligados a sepultar, a reprimir. Este proyecto nos convoca a una mayor integración social como personal. Los comentarios ponen en evidencia que todavía el sentimiento conciudadano es muy débil en el Perú. Este proyecto criollo sigue teniendo mucha vigencia pero creo que no tiene futuro ya que la tendencia de nuestra historia es hacia la democratización.”

A estas alturas el lector de manera acertada se preguntará: Y, ¿Qué tiene que ver Arguedas con Machu Picchu, más allá de la coincidencia en relación al año de celebración? Pues dos cosas que es necesario apuntar. La primera de ellas es que ambos estuvieron vinculados en una disputa en torno a cómo debía declararse el año 2011. Finalmente la balanza se inclino hacia uno de los lados. En una de sus últimas entrevistas, el antropólogo Carlos Iván Degregori decía: “…esa es una de las razones por las cuales no le dieron al 2011 el nombre del Centenario del nacimiento de José María Arguedas; es que Arguedas era tristón, para usar la palabra del Presidente” refiriéndose al ex Presidente García. Lo segundo, que esta admiración hacia nuestra maravilla natural muchas veces encubre aquello que Arguedas denunciaba. Admiramos a los constructores de Machu Picchu, pero despreciamos cotidianamente a sus descendientes. Admiramos al indio imperial, ese que ya no existe, ese que llegó a ser Inca y vivió en un mundo utópico. Despreciamos al que vemos en televisión o en la calle, reclamando derechos y luchando por mejores condiciones de vida. Al que nos habla en quechua y no está dispuesto a renunciar a su idioma. Al que no quiere irse a vivir a otro lugar porque tiene bajo sus pies una veta de minerales o gas. Por eso Arguedas era(es) incómodo, por eso lo seguiremos celebrando.

¿Encontramos al inca?


Hace varios años, en Puquio (Ayacucho), José María Arguedas recoge uno de los mitos que mejor expresan lo que en la tradición de las ciencias sociales se ha denominado ‘utopía andina’: Inkarri. El mito cuenta que al llegar los españoles al Perú, Inkarri (Inca Rey) fue apresado con engaños por "Españarri" (contracción de "España Rey", es decir el Rey de España, pero no solo él sino que simbólicamente con él, la civilización occidental cristiana).Españarri martirizó y dio muerte a Inkarri, y dispersó sus miembros por los cuatro lados que conformaron el Tawantinsuyo y enterró su cabeza en el Cusco. Sin embargo, esta cabeza está viva y se está regenerando en secreto el cuerpo de Inkarri. Cuando se reconstituya el cuerpo de Inkarri, éste volverá, derrotará a los españoles y restaurará el Tahuantinsuyo y el orden del mundo quebrado por la invasión española. Otras versiones del mito, con matices cristianos evidentes, dicen que cuando regrese Inkarri será el fin del mundo y el juicio final.

La importancia de este mito no solo reside en su capacidad de presentarnos, de manera tan clara, como concibe el mundo andino esta suerte de restauración de aquello que le fue arrebatado y como el mundo que ellos conocieron no esta perdido del todo. También nos permite reconocer un elemento que parece haber trascendido las barreras culturales del mundo andino y que es posible identificarlo como parte esencial de nuestra cultura política: la búsqueda de un ‘mesías’ que ordene el mundo que ha caído en la anomia. Frases como: ‘Necesitamos una mano dura’, ‘necesitamos a alguien que arregle nuestros problemas’, o elementos como el personalismo de nuestra política, el aura redentora con la que se suelen revestir nuestros gobernantes, pueden ser expresiones contemporáneas que seguimos en espera permanente de ‘ese alguien’ que restablezca ese paraíso que nos fue arrebatado.

Uno de los historiadores más importantes del siglo pasado, Alberto Flores Galindo, reflexiona sobre este fenómeno particular de la sociedad peruana que el denomina Buscando un inca. Para Flores Galindo: “La idea de un regreso del inca no apareció de manera espontánea en la cultura andina. No se trató de una respuesta mecánica a la dominación colonial. En la memoria previamente se reconstruyó el pasado andino y se lo transformó para convertirlo en una alternativa al presente. Este es un rasgo distintivo de la utopía andina. La ciudad ideal no queda fuera de la historia o remotamente al inicio de los tiempos. Por el contrario, es un acontecimiento histórico. Ha existido. Tiene un nombre: el Tahuantinsuyo. Unos gobernantes: los incas. Una capital: el Cusco. El contenido que guarda esta construcción ha sido cambiado para imaginar un reino sin hambre, sin explotación y donde los hombres andinos vuelvan a gobernar. El fin del desorden y la oscuridad. Inca significa idea o principio ordenador”.

Todo lo anterior, naturalmente, al poner todo el peso en una persona (ahora convertido en ‘Inca’), al cifrar toda esperanza en un solo individuo, al dotar de poderes sobrenaturales a un sujeto no solo puede resultar ingenuo, es especialmente peligroso. Como bien advierte Flores Galindo: “Milenarismo y mesianismo gravitan en el Perú porque aquí la política no es solo una actividad profana. Como tantas cosas en este país, esta condicionada también por el factor religioso. De allí la importancia de lo irracional. La utopías pueden ser capaces de convocar pasiones capaces de arrastrar o conducir a las multitudes mas allá de lo inmediato, hasta intentar tomar el cielo por asalto o arrebatar el fuego a los dioses”.

Si bien el cambio y la búsqueda de una mejor sociedad (aunque las utopías ‘no tienen lugar’, por lo menos nos hacen avanzar en su búsqueda) son no solo necesarios, sino también urgentes, es importante no olvidar que los cambios los generan no exclusivamente los individuos de manera aislada. Las instituciones que forman parte de este gran entramado llamado sociedad tienen un rol fundamental en estos procesos. Toda la buena voluntad de un individuo puede estrellarse en muros construidos con el concreto de la pasividad, la indiferencia, la defensa del status quo o la inercia. Solo en la medida que los cambios sean canalizados por instituciones sólidas, dinámicas, eficientes y con capacidad de respuesta, podremos iniciar el largo camino que nos toca recorrer en la construcción de una sociedad mejor.

En tiempos de transición política, con una campaña que hace apenas dos meses parecía haber dividido al Perú en bandos antagónicos, con una preocupante herencia de conflictividad social y reclamos que parecen venir desde tiempos inmemoriales, es pertinente renunciar a esta vieja búsqueda que parece encerrar autoritarismo (mano dura), pasividad (resuelve mis problemas) y paternalismo (porque nunca hemos sido capaces de hacerlo). Más que un ‘inca’, debemos buscar ‘incas’, pero los de carne y hueso, no aquellos que fueron idealizados por la tradición historiográfica criolla, románticos y místicos. ‘Incas’ con una decidida voluntad de servir, que no se sientan salvadores, que reconozcan sus límites y sean capaces de construir instituciones que los transciendan. Incas que sean hombres de verdad, que conciban que el cambio es posible y estén dispuestos a luchas por ello.

martes, 7 de junio de 2011

E – LECCIONES


Es probable que cuando se lea este artículo, los peruanos ya sabremos quien guiará el rumbo del Estado los próximos cinco años. Dependiendo quien haya obtenido la victoria, los próximos días posiblemente tendrán una dinámica similar a las jornadas mas intensas de campaña. La economía peruana nuevamente se someterá a los vaivenes caprichosos del post escenario electoral: subidas o bajadas de la bolsa, del dólar, inversiones que decidieron acercarse o finalmente retirarse. Todo lo anterior fiel reflejo de cómo se ha construido (o destruido) la opinión pública en las últimas semanas, donde el antagonismo, la fragmentación, el fatalismo y, especialmente, la intolerancia han sido los marcos desde los cuales se intentaba construir la realidad. El miedo y el desaliento, que durante la segunda vuelta cumplieron un rol funcional a los intereses de un determinado sector, posiblemente en los días que vienen sigan teniendo un rol protagónico. La esperanza tal vez irrumpa tímidamente, en unos casos para respirar aliviados y pensar que todo no fue mas que una pesadilla progresista de aquellos que no saben lo que mas les conviene; en otros casos aferrándose a la idea que el cambio es no solo necesario sino, ahora, posible. Sin embargo, ¿Cuánto hemos aprendido como ciudadanía a partir de este proceso electoral? ¿Qué tareas quedan pendientes como Estado, como sociedad civil, como ciudadanía en general? ¿Por qué, cada cinco años, se va haciendo cada vez más difícil elegir entre una u otra opción?

Una primera lección que considero valiosa es la urgente necesidad de enfrentar la desigualdad. Han corrido ríos de tinta tratando de explicar una relación casi esquizofrénica entre crecimiento económico y malestar social que se resumía con la pregunta: ¿Por qué si al país le va tan bien, a mi me sigue yendo mal? De un lado cifras que insistían en la disminución de la pobreza (que según datos del INEI ha bajado a 31%), mayor niveles de crédito de consumo, mejores puestos en las calificadores de riesgo internacional (que miden, entre otras cosas, el clima de inversión en un país), mayor movimiento inmobiliario, mayor número de personas con tarjeta de crédito, con celular, con Internet, con carro o con departamento nuevo. Pero del otro lado una conflictividad social creciente, administración ineficiente de servicios como la salud, un magisterio desmoralizado o a la defensiva, mayores índices de empleo pero en condiciones precarias, mayores niveles de inseguridad ciudadana y corrupción en el aparato público. ¿Estamos entonces frente a dos realidades distintas?, ¿hemos regresado a la colonia donde se estableció una división entre la ‘república de españoles’ frente a una ‘república de indios’, cada una con un orden social definido?, ¿O frente a dos Perú, uno real que crece a casi 9 % y otro paralelo, con perros del hortelano o una ciudadanía ‘tristona’, que no reconoce el avance aun cuando este pase por la puerta de su casa y un presidente que quisiera tener un país mas ‘plano’? ¿Son terroristas, resentidos, agitadores quienes exigen un poco mas de justicia? ¿Pecan de individualistas los que defienden el modelo del mercado?

Una segunda lección valiosa es la necesidad de fortalecer instituciones. Una herencia de la década de los ’90 fue precisamente el quiebre institucional. Empezando por los partidos políticos (que desde entonces gozan de desconfianza generalizada), los poderes del Estado, los medios de comunicación, la ciudadanía ya no creía en ellos. Ya no los representaba, habían perdido una cualidad de las instituciones sociales: la capacidad de canalizar y expresar el conjunto de demandas de la sociedad. En la actualidad se menciona la necesidad de fortalecer a los partidos políticos, ya que ellos permiten encauzar el conjunto de peticiones que se recogen desde la sociedad. Ante la ausencia de este espacio intermedio, las demandas se expresan directamente, sin filtro ni control, a través de huelgas, paros, bloqueos de carreteras, etc. Solo en la medida que logremos consolidar instituciones más fuertes, autónomas y que respondan adecuadamente a los intereses de la población, podremos construir una sociedad en la cual la convivencia, el respeto a las normas, la democracia y la justicia puedan ser reconocidas por cada vez mayores ciudadanos como un conjunto de valores mínimos necesario para poder vivir juntos. Mientras tanto, y con la herida abierta que puede dejar esta elección, desgraciadamente el escenario es poco alentador y debemos alistarnos para asistir a nuevos conflictos sociales.

Finalmente, aunque no se ha mencionado en campaña, el reconocimiento se convierte en una clave esencial en la configuración de un nuevo Estado. Mas allá de la redistribución, que se ha convertido en una de las banderas de algunos candidatos y que pretende enfrentar la desigualdad, aparece la idea del reconocimiento. Este no apunta exclusivamente a lo económico, sino apunta a lo cultural, lo simbólico, lo identitario, dimensiones que están presentes en cualquier individuo (no solo, como equivocadamente se piensa, en las comunidades nativas). Un Estado que no solo administre mejor la riqueza y el poder, sino que sea capaz de ‘reconocer’ el derecho a la ‘diferencia’ de sus ciudadanos, ganará en legitimidad y sus acciones serán respetadas y valoradas por la ciudadanía. Un Estado que parece existir solo para sus ‘iguales’ (blancos, varones, urbanos, costeños, castellanos, educados, modernos) esta condenado, cada cierto tiempo, a recibir una factura que dramáticamente le extiende ‘el resto’. Y ‘el resto’ no es unos cuantos. Es la mayoría.

sábado, 21 de mayo de 2011

Jamás tan cerca, arremetió lo lejos


El título de este artículo no solo es la primera línea de un poema de Vallejo. Es en especial el sugerente nombre de uno de los libros del que fue uno de los antropólogos más lúcidos de la última década: Carlos Iván Degregori (CID) Hace pocos días nos dejó luego de una penosa enfermedad. Sin embargo su trabajo, sus ideas y los principios que defendió hasta el final son un testimonio vigente que la partida tan solo ha sido física. Todos los hombres mueren, pocos viven de verdad.

CID inició su vida académica en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga como estudiante y como docente. No dudo que este vínculo con Ayacucho sería un factor determinante en lo que se convertiría en uno de sus intereses principales dentro de la investigación antropológica: la violencia política de los años ’80 y ‘90. Poco después traslado su labor docente a las aulas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y su rol de investigador al Instituto de Estudios Peruanos (IEP), institución de la que fue director. No obstante, estoy convencido que su trabajo en la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) fue lo que marco no solo su quehacer profesional, sino también personal.

Precisamente el libro, cuyo titulo ha pedido temporalmente prestado este artículo, esta dedicado a reunir un conjunto de ensayos sobre el periodo de violencia que vivió nuestro país entre 1980-2000. Para CID, las clases medias y altas urbanas durante este periodo construyeron “una suerte de identikit del violento: ayacuchano(a)/ serrano(a)/ joven/ educado(a)/ quechua = terrorista”. Sin embargo agrega que es: “Grave error, porque si bien Sendero Luminoso (SL) encontró un importante semillero entre los jóvenes con educación superior al promedio de los pueblos y ciudades intermedias de la sierra, o migrantes de esa procedencia en Lima, solo una minoría de ellos – minoría incluso entre los jóvenes radicalizados políticamente – se plegó a su discurso y a su práctica. Error, además porque SL no representaba a los excluidos de siempre: campesinos andinos, pueblos amazónicos, pobres urbanos”. Aporte muy importante para cuestionar ideas arraigadas asocian lugar de origen, nivel educativo y lengua directamente con la violencia y el terrorismo.

Pero el tema de SL no fue el único que apasionó a Carlos Iván. La enseñanza de la antropología en las universidades peruanas también fue tema inspirador de su quehacer investigativo. Para Degregori, la antropología peruana es hija del indigenismo de las primeras décadas del S. XX. Y aunque tuvo una breve edad dorada durante el Gobierno Revolucionario de la Fuerzas Armadas a fines de los ’60, ahora habría caído en una especie de letargo, explicado por la crisis generalizada en la enseñanza en las universidades públicas del país y el modelo neoliberal que se implanta desde los ’90. Se preguntaba de manera insistente como ‘despertar a la bella durmiente’ (refiriéndose a la antropología peruana) para comprender un país escindido. Y aunque su investigación reconoce las carencias, las brechas y los complejos existentes en la comunidad académica antropológica, su análisis y conclusiones pueden perfectamente extenderse a la enseñanza de las ciencias sociales en el Perú.
Una última faceta, no menos importante de CID, es la de periodista. Colaborador en prensa escrita de diferentes medios de la capital, sus artículos destacaban por su capacidad de ver en profundidad aquello que por temor, comodidad o alienación preferimos ver tan solo superficialmente. Incluso uno de ellos, publicado hace exactamente 5 años, también en periodo electoral y en la disyuntiva de elegir ‘al mal menor’ suena dramáticamente vigente. Titulado “Una sensación de dejavú” (el titulo original fue El reconocimiento) expresa entre sus ideas mas importantes una que puede ayudarnos a encontrar lucidez en este tiempo de penumbras y dudas: “Pero hay algo previo al incremento de las inversiones y a la lucha contra la pobreza que no ha encontrado todavía espacio en la (pobre) discusión política. Es el tema del reconocimiento (…) La percepción de no ser reconocidos como personas y ciudadanos iguales ante la ley, pero también en la vida cotidiana, aunque sean rurales, serranos y ‘motosos’, es una tara, esa sí tara, que arrastramos las élites peruanas desde tiempos inmemoriales. Por algo somos el país de habla hispana que inventó el verbo ‘cholear’”
Para CID habrá un cambio sustantivo en el Perú cuando: “…los pueblos indígenas tengan acceso a la justicia en su propia lengua, cuando todos podamos sentarnos a comer en la misma mesa, no sólo durante las campañas; mirarnos sin despreciarnos mutuamente…” Cuan necesarias estas palabras en tiempos donde la tolerancia y el respeto a la diferencia, antes que como condiciones para el diálogo son consideradas como debilidades del adversario. Queda la tarea a las futuras generaciones de antropólogos y científicos sociales seguir luchando por el país que CID quería, pero que no le alcanzo la vida para verlo. Un país que logré convertir su diversidad en una fortaleza y una oportunidad y deje de percibirla como una carga difícil de llevar.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Un mundo más seguro?


Hace poco menos de dos semanas, el mundo recibía una noticia que parecía nunca escucharía. Los diversos medios de comunicación daban cuenta de la muerte, en manos de fuerzas norteamericanas (los Navy Seal para ser más exactos) del terrorista más buscado del planeta: Osama Bin Laden. Seguramente, en la memoria colectiva de millones de personas en el mundo, irrumpían aquellas imágenes con las que iniciábamos no solo una nueva década, sino un nuevo milenio: el ataque a las Torres Gemelas, denominado en adelante por las siglas 11 – S. La algarabía espontánea de muchos norteamericanos, que salían a ‘festejar’ la muerte de su enemigo Nº 1, contrastaba con la suspicacia generalizada respecto a los detalles de la denominada ‘Operación Gerónimo’. Veamos algunos detalles de la misma.

Una primera duda estaba referida a la autenticidad del cadáver. Frente a las innumerables imágenes que circulaban en Internet, desmentidas una a una por expertos en fotografía digital, se esperaba las imágenes oficiales de parte del gobierno norteamericano. Finalmente, este decidió no difundirlas por considerarlas ‘atroces’, ‘truculentas’ y potencialmente incendiarias. En segundo lugar las circunstancias de la muerte son igualmente contradictorias. Inicialmente se afirmaba que opuso resistencia, para indicar pocas horas después que estaba desarmado. Como, de manera pertinente indicó Enrique Bernales, el Convenio de Ginebra autoriza el uso de la fuerza cuando hay resistencia. Sin embargo, en el caso del líder de Al Qaeda, no han quedado claras las circunstancias.

Luego de ello, ¿Qué paso con su cuerpo? La primera información indicaba que su cadáver había sido arrojado al mar (sic.), ante la mirada incrédula de la opinión mundial. ¿Por qué el cadáver del terrorista mas buscado del planeta había sido, simplemente, arrojado al mar? Una de las hipótesis que intentaban explicar esta decisión esta apoyada en que sus seguidores no convirtieran sus restos en una suerte de reliquia, con profundos significados ideológicos y políticos en aras de la Yihad (Guerra Santa emprendida contra occidente). Sin embargo, si bien el cuerpo simplemente ha desaparecido en las profundidades marinas, ello no es óbice para que el nombre y el recuerdo de Osama puedan convertirse en un icono, una figura, un símbolo para sus partidarios.
Ahora bien, luego que circuló la información sobre el destino de los restos de Bin Laden y ante el escándalo de la importante comunidad musulmana en EE.UU., surgió una información que complementaba la anterior al indicar que se siguió un ritual antes de la inhumación (sic.). Sin embargo, según la tradición musulmana, primero hay que lavar el cuerpo de un difunto con agua jabonosa, luego sólo con agua y por último con agua mezclada con alcanfor, y después envolverlo en tres paños. Según Dalil Boubakeur, de la mezquita de Paris: "La inhumación se hace bajo tierra, sin féretro. Los restos mortales deben colocarse en paralelo a La Meca, con la cabeza del difunto ligeramente ladeada hacia la derecha para que su cara esté orientada hacia la Kaaba, el santuario sagrado de La Meca".
Para Eric Frattini, matar a Osama Bin Laden es como descabezar a una Hidra (recordemos el viejo mito griego de la serpiente de varias cabezas, a quien Hércules le cortaba una cabeza pero en su lugar crecían dos). Agrega el especialista que hace algunos años si hubiera constituido un duro golpe a Al Qaeda, ya que esta tenía una estructura piramidal con Osama a la cabeza. Sin embargo, ahora no es tal la situación, ya que hace mas de dos años Osama entrego el poder a Ayman al Zawahiri, en opinión de los expertos mas operativo y también mas despiadado que su antecesor. Además agrega que Al Qaeda funciona ahora al modo de una franquicia. Basta que una célula terrorista, en cualquier parte del mundo, se organice y comparta la ideología de la organización, para que esta pueda reivindicar sus actos en nombre de Al Qaeda. Finalmente insistió en el transfondo electoral de esta noticia, de cara a la reelección de Barack Obama y sentenció que esta muerte “es mas un tema de honor que un acto antiterrorista”.

Hace algunos años un amigo, al conversar sobre este tema, me indicaba acertadamente que los EE.UU. eran una suerte de ‘Dr. Frankenstein’. Creaba monstruos que terminaban yendo en contra suya. Ya ha acabado con dos de los más famosos antiguos aliados suyos: Sadam Husein (apoyado en la guerra Irán – Irak en los 80’s) y ahora Osama Bin Laden (socio estratégico para resistir la presencia soviética en Afganistán, en tiempos de Guerra Fría). Sin embargo, ¿Es el mundo, ahora, un lugar más seguro?, ¿Ha sido un golpe efectivo a esta suerte de nebulosa que es el terrosismo? ¿Es tan fácil trasladar de una cultura a otra ideales como libertad y democracia? ¿O no son más que la fachada políticamente correcta de intereses económicos? ¿Qué nuevos Osama’s se forman, alimentados por el resentimiento, en aquellos lugares donde las tropas norteamericanas no son queridas, en especial de quienes han sufrido la perdida de un pariente muy cercano por ‘daños colaterales’? El tiempo lo dirá.

viernes, 6 de mayo de 2011

Para entender los linchamientos


“Casi linchan a varón en Feria del Altiplano”. “Ladrona se salva de linchamiento”. “Linchan a delincuente por robar cables de energía”. “Otro intento de linchamiento en Juliaca”. ¿Le suena familiar? ¿Se ha despertado alguna vez y la primera imagen con la que inició el día fue una persona amarrada a un poste, semidesnuda, con signos de haber sido golpeada, bañada en kerosén o gasolina, con un grupo de personas que de manera amenazante hacen el ademán de lanzar un fósforo que permita concluir la lección transmitida ese día? Este artículo busca presentar un par de claves para poder contextualizar esta práctica, la cual se apoya en una pretendida idea de ‘justicia popular’ eficaz (ya que consigue objetivos, los cuales van desde dejar una impronta en el supuesto ladrón que lo comprometa a no delinquir nunca más hasta el extrema de la eliminación física) y eficiente (ante la carencia de recursos orientados a la seguridad, nada mas inmediato que hacer justicia con ‘nuestras propias manos’).

Una primera clave es ‘culturalizar’ los linchamientos de manera general. ¿Qué pretendemos decir con ‘culturalizar’? Pues aquí estamos tomando la definición de cultura que brinda la antropología, esto es, como modo de vida, creencias, costumbres de un determinado grupo humano. Es decir, si pretendemos explicar todos los linchamientos como una práctica ancestral, tradicional y cultural de aquellos grupos que la utilizan con cierta recurrencia, podemos caer en explicaciones simplistas, parciales y cargadas de estereotipos peligrosos que muchas veces son la puerta de entrada a los prejuicios y la discriminación. El antecedente mas importante en leer los linchamientos desde la ‘cultura’ de un pueblo es el caso del asesinato del alcalde de Ilave, Cirilo Robles, hace ya 7 años. Aunque con el paso del tiempo se ha podido descubrir que detrás de este acto hubo una velada venganza política, manipulación de masas, exposición innecesario al peligro y los más grave, acusaciones de malversación que finalmente se demostró que no existían, las explicaciones que se ensayaron fueron de todo tipo, insistiendo en aquellas que recogían una supuesta agresividad innata de los pobladores de esta zona altiplánica pertenecientes al grupo étnico aymara.

De manera acertada, la antropóloga Gisela Cánepa (1) da cuenta de una serie de sesgos en el tratamiento de este suceso, en particular por parte de los medios de comunicación: “Sucedido el linchamiento del alcalde de Ilave, Cirilo Robles Callomamani, los medios escritos, radiales y de televisión inmediatamente invocaron la voz de los antropólogos —en general pocas veces invitados a opinar sobre la coyuntura nacional e internacional— para que explicaran lo que había sucedido allí.” Siguiendo con Cánepa: “…cuando se pide la opinión de los antropólogos para referirse a un grupo humano y a un conjunto de hechos en particular (en este caso el linchamiento del alcalde Robles), lo que se está asumiendo a priori es la condición tradicional de estos, así como su situación marginal a los grandes procesos históricos y al desarrollo de las instituciones modernas, atribuyéndoseles además un comportamiento irracional y violento, censurable por la razón.” Agrega que “…toda acción dominada por la razón cultural es fácilmente asociada a acciones masivas y anónimas (su sujeto es la turba) irracionales y sin propósitos (como la “ira aymara”). Preguntamos: ¿Cuántas veces se ha recurrido a una explicación de este tipo para los linchamientos ocurridos, aún cuando estos ocurren en el ámbito urbano?

Una segunda clave que se utiliza con frecuencia para entender los linchamientos es despolitizar los hechos. Siguiendo con el caso anterior, una explicación que pretendía resumir lo ocurrido en Ilave era “la ausencia de Estado”. Sin embargo, como bien refiere Cánepa: “…el solo hecho de que la persona asesinada haya sido el alcalde de Ilave ya nos indica que tal afirmación tiene que ser problematizada. Considero que este argumento es además problemático porque fácilmente se asocia con argumentos, también ampliamente esgrimidos en el debate público, según los cuales el problema de Ilave —y el de otros lugares en Puno y el Perú— se origina porque tenemos un Estado débil. Las posibles soluciones entonces se formulan como soluciones técnicas, es decir, policiales y militares, lo que rápidamente se traduce en la exigencia por un Estado y gobierno autoritarios, en vez de con autoridad y legitimidad.” En muchos de los linchamientos que ocurren en el ámbito urbano, la policía llega para ‘salvar’ al delincuente y ponerlo fuera del alcance de la turba. Sin embargo, no se ha reparado en que la queja más frecuente de los vecinos no es la ausencia de policía en la zona, sino más bien la poca eficiencia de la misma o las limitaciones de carácter legal en sus atribuciones. Si la policía ‘suelta’ en pocas horas y el acusado vuelve a delinquir, ¿Se ha hecho verdaderamente justicia?

Esto último constituye un llamado de atención a las instituciones que velan por la seguridad y la aplicación del derecho en nuestro país ¿en que medida están atendiendo el llamado de la ciudadanía, que frente a la inacción de ellas, se organiza y trata de afrontar un problema? Desgraciadamente, los métodos para atenderlo casi nunca son adecuados ni respetan un conjunto de garantías mínimas que protegen la integridad del ser humano. Mientras nuestras instituciones no reflexionen seriamente sobre este problema, acudiéremos con mayor frecuencia a modernos casos de ‘fuente ovejuna’.
(1) En QUEHACER, publicación del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo de
DESCO. “Furia Roja”, n° 148, julio del 2004.

lunes, 25 de abril de 2011

Para pensar


Al momento de escribir este artículo, desconozco cuando será publicado. También si será leído en Semana Santa o algunos días después a ella. Sin embargo, insisto que si bien la Semana Santa, en términos rituales, puede ser concebida como un espacio particular de reflexión, esta no debe restringirse exclusivamente a ella. Además, aunque este artículo puede tocar algunos temas de coyuntura, en el cual la política tiene un rol importante, intenta apuntar a temas de fondo como nuestra vida en sociedad, la relación con la diferencia, la tolerancia y la construcción de la democracia.

Una de las primeras lecciones que nos han dejado las elecciones pasadas es que hay maneras alternativas de percibir el mundo. Si bien algunos políticos, de manera machacona, nos han presentado una imagen optimista del rumbo del Perú, la cual en cifras es cierta, esta imagen, en el espejo de la realidad de muchos peruanos no parece reflejarse. De allí que muchos han optado por aquel candidato que les ha ofrecido una imagen alternativa de país, mientras otros prefieren que las cosas se mantengan tal y como están, sea porque están recibiendo los beneficios de este crecimiento, sea porque tienen la esperanza de recibirlos pronto. Ambas visiones de país se han encontrado y buscan imponerse a través de uno u otro candidato.

¿Cual es el riesgo?, no solo descalificar las ideas rival porque consideremos que su postura es equivocada (retrograda, desfasada, etc.) sino, descalificar su ciudadanía en tanto aún no es capaz de saber que es lo que le conviene en función a una serie de adjetivos que van desde lo racial (serrano, indio ignorante), lo geográfico (provinciano) o lo personal (resentido). Del otro lado también hay intolerancia, solo que en un sentido opuesto y también apuntando mas allá de las ideas del opositor. Si bien el juego democrático favorece a quien obtiene la mayoría, esta no debe olvidar la presencia de minorías y luchar por lograr poner en práctica esa palabra tan de moda en estos momentos, pero olvidada después: consenso.

Este consenso es valioso de manera especial en estas circunstancias, en que la coyuntura electoral ha mostrado no solo lo fragmentada que esta nuestra sociedad, sino también los profundos prejuicios que existen de uno y otro lado. Una sociedad atomizada, dividida, no reconciliada con su pasado, con su vecino ni consigo misma, esta muy lejos de construir comunidad. Y comunidad, esto entendámoslo bien, no quiere decir igualdad, homogeneidad, sino más bien: común unidad, igualdad en la diferencia, un espacio común compartido y un destino sobre el cual debemos sentarnos a discutir como queremos labrarlo.

Ahora bien y en esta ‘comunidad’ ¿Qué tan capaces somos de relacionarnos con la diferencia? ¿Cuan hábiles somos de escuchar las ideas del otro? ¿Cuántas veces hemos reconocido que estábamos equivocados, que nuestra mirada estaba equivocada, que nuestro modo de pensar, conciente o inconcientemente, era sesgado, prejuicioso, poco dialogante? Pues, estas capacidades no solo son imprescindibles en nuestra vida familiar, laboral o en aquellos espacios en los que nos relacionamos. Probablemente allí las pongamos en práctica en mayor o menor grado, con cierta dificultad y resistencia. Pero, más allá de estos círculos en los cuales nos movemos: ¿Qué tan dialogantes podemos ser? Si a ello le agregamos las diferencias de carácter social, cultural, religiosa, pues el reto es mayor. Ya que allí nos encontraremos con visiones que en apariencia se presentan como radicalmente distintas a la nuestra. ¿Es posible dialogar en esas circunstancias, sin puntos comunes? Pues en estas circunstancias una clave valiosa es antes que insistir en marcar la diferencia y hacerla irreconciliable, pues buscar puntos de encuentro, aquello que queremos de uno y otro lado.

Victoria Camps y Adela Cortina hablan de una ética de mínimos y máximos (‘minimalismo moral’) Nunca nos podremos poner de acuerdo en aspectos como la felicidad: mientras que para algunos autorrealización es tener éxito profesional y económico, para otros (pienso de manera especial en las comunidades en aislamiento voluntario de la amazonía) puede ser vivir tal como lo han elegido. Si no nos podemos poner de acuerdo en la felicidad, ya que cada grupo e incluso cada individuo ha construido imágenes de ella y ha elegido los medios para alcanzarla, si debemos ponernos de acuerdo en un conjunto de ‘mínimos’ que apunten a la justicia: la dignidad y respeto del ser humano expresada en educación adecuada, sistemas de salud eficientes, respeto a la diferencia cultural, entre algunos solamente. ¿Ello es imposible? No lo creo. ¿Difícil? Claro que si, como todas las cosas que realmente valen la pena.

Estoy muy lejos de saber por quien voy a votar, también estoy lejos de creer que en estas elecciones se juega el futuro del país, con toda la carga apocalíptica que va detrás de esta frase. Me preocupa el papel inmenso que esta jugando el miedo frente a la esperanza y la tolerancia. Quiero, como la mayoría de peruanos, un país mejor, no solo para mí, sino para aquellos que están por llegar. Un país más justo, donde los peruanos podamos mirarnos, unos a otros, como ciudadanos.

jueves, 14 de abril de 2011

¿Y la universidad?


A fines del mes de enero del presente año se presentaron los resultados del II Censo Nacional Universitario 2010. A pesar de los esfuerzos desplegados para lograr censar a la totalidad de la población universitaria de nuestro país y de la relevancia de los resultados, la noticia no ha tenido el impacto que se esperaba. Esta situación parece sintomática en relación con el lugar que ocupa la educación superior en los planes de gobierno de los candidatos que han pasado a la segunda vuelta. Este artículo inicialmente presentara los que, en mi modesta opinión, son algunos de los resultados mas importantes de este trabajo (Para consultar el informe completo en: http://www.inei.gob.pe/) En segundo lugar nos ocuparemos brevemente de las referencias a educación superior en los planes de gobierno de Gana Perú y Fuerza 2011.

Un primer dato es que el número de universidades ha crecido de 57 (1996) a 100 (2010) teniendo una variación de 75,4 % en apenas 14 años. De este total, el número de universidades públicas es 35 frente a 65 que constituye el número de universidades privadas. El número de estudiantes también ha crecido marcadamente en el pregrado de 335 714 estudiantes (1996) a 782 970 (2010) registrando una variación de 133,2 %. En el caso de postgrado (maestrías, doctorados, diplomas, etc.) esta variación es aún mayor. De 10 818 estudiantes en 1996, esta cifra ahora es 56 358 (421 % de variación). El número de docentes universitarios naturalmente también se ha incrementado, pasando de 25 795 (1996) a 59 085 (2010), con un promedio de 14,2 estudiantes por docente. Esta última cifra puede ser engañosa ya que, por ejemplo, en la Universidad San Agustín de Arequipa el promedio es casi 20 estudiantes por docente, mientras en la Universidad Católica de Lima (PUCP) esta se reduce a 6 estudiantes por docente.

Otro dato importante que trae el censo esta referido a las carreras de mayor demanda entre los estudiantes. Las carreras de Administración, Derecho y Contabilidad representan el 45 % de estudiantes universitarios. En el caso de nuestra región, solo Derecho y Administración reúnen mas de 10 000 estudiantes. Entre las nuevas carreras que proponen las universidades buscando no solo mejorar, sino especialmente adecuar su oferta a las nuevas condiciones y requerimientos socioeconómicos, la carrera de Relaciones Internacionales y Negociaciones es la que tiene largamente mayor demanda con 16 183 estudiantes. Más atrás vienen carreras como Ingeniería Comercial, Biotecnología o Agronegocios.

Finalmente, en relación con los docentes universitarios, la mayoría de ellos son varones (68,2 %), de más de 45 años (55,8 %). En relación con la condición laboral, el número de docentes ordinarios (73,4 %) es mayor en las universidades públicas frente a las privadas (20, 6 %), siendo bastante mayor en estas últimas el número de docentes contratados (79,7 %). En el caso de las universidades públicas el porcentaje de docentes contratados es 20,6 %. La lógica sector público frente a sector privado parece reflejarse en la educación superior también, brindando estabilidad poco provechosa para la evaluación y el recambio de un lado y, por el otro, precariedad laboral y mínimas condiciones, no en todos los casos claro.

Ahora bien, que proponen los candidatos finalistas de la segunda vuelta. Vemos inicialmente el plan de Gana Perú: “Especial atención merece la universidad peruana, que hoy atraviesa una profunda crisis caracterizada por su proliferación y la disminución, en promedio, de la calidad. El descuido de la investigación en ciencia aplicada es general y su contribución al subempleo y la informalidad es dramática…Es indispensable entonces una reforma universitaria que, en primer lugar, disminuya el número de las mismas y las integre dentro de un sistema. En segundo lugar, se precisa de una profunda renovación de los contenidos curriculares y su estandarización para asegurar la calidad de la formación profesional. En tercer lugar, las ofertas de especialidades deben tomar en cuenta las demandas de recursos humanos con determinadas calificaciones por parte del aparato productivo nacional” (1). Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Cómo se hará? En el caso del plan de gobierno de Fuerza 2011, no existe ninguna referencia a educación superior, salvo un par de menciones indirectas en su Eje 1 Calidad de la educación, que propone adaptar currículos secundarios a las demandas laborales de cada región y un programa de becas para jóvenes talentosos. (2)

La universidad, nuevamente, parece tener un rol secundario en la mirada política de quienes pretenden dirigir el país. Se ha olvidado que su rol va más allá de la generación de conocimientos y solución de problemas. La búsqueda de la verdad y la formación de ciudadanos probos debería ser el norte al cual nuevamente dirigirse. Esperemos recuperar pronto el rumbo.

(1) Plan de gobierno Gana Perú. Disponible en: http://www.partidonacionalistaperuano.net/images/archivos/PlandeGobierno_GanaPeru_2011-2016.pdf p. 77

(2) Plan de gobierno Fuerza 2011. Disponible en: http://www.fuerza2011.com/download/docs/plandegobierno/plan_de_gobierno.pdf p. 7

jueves, 7 de abril de 2011

Política peruana ‘Para dummies’


Partamos de una precisión. Aunque la palabra inglesa ‘dummie’ se traduce literalmente como: tonto, bobo; sus acepciones van más allá de esta traducción. ‘Para dummies’ se refiere a una serie de libros de aprendizaje que tienen como objetivo presentar guías sencillas para lectores nuevos en diversos temas que van desde Internet para dummies, sexo para dummies, chino para dummies, embarazo para dummies, wikipedia para dummies, entre otros. A la fecha han sido publicados más de 1,500 libros ‘Para Dummies’, siendo un éxito de tiraje y traducción en diferentes idiomas.

Ahora bien, ¿Por qué política peruana ‘para dummies’? Esta reflexión nace al pensar en cuantos ríos de tinta han corrido de sesudos analistas, científicos sociales y políticos, periodistas acuisiosos e investigadores cuasi enciclopédicos tratando de entender ese gran misterio llamado ‘electorado y política peruana’. Muchos de los juicios que se han elaborado no solo han insistido en el paternalismo, la búsqueda de la mano dura, la irracionalidad, la amnesia o el instinto autodestructivo que, según ellos, parecen definir las características de nuestra ciudadanía. Este conjunto de ‘pulsiones tanáticas’ y ‘suicidas’ cada cinco años pone los pelos de punta a nuestra clase política, empresarial, lideres de opinión y a los principales medios de comunicación, quienes parecen considerar que la responsabilidad que recae sobre los hombros de la ciudadanía es demasiado grande como para dejarlos elegir solos el destino de ‘un país’ que nuestros gobernantes se ha encargado de ‘construir’ y ‘enrumbar’ con tanto esfuerzo.

Hace algún tiempo, Alberto Vergara publicó un libro llamado Ni amnésicos ni irracionales. Las elecciones peruanas de 2006 en perspectiva comparada (Lima: Solar. 2007) La tesis principal de este texto, que es mas bien una respuesta a esos lugares comunes en que tanto insisten nuestros analistas, es que detrás de esa aparente irracionalidad al momento de ejercer el voto, existe una lógica. Por ejemplo, el triunfo de Alan García, explicado con la ya gastada tesis del ‘mal menor’, el autor lo expone como resultado de su estratégica ubicación en el espectro político (Centro), así como una especial combinación de tradiciones populistas conservadoras (cambio responsable), nacionalista (propuestas de renta básica, impuestos mineros) e institucional (políticas públicas, programas sociales y reforma del estado).

Buscando, en la línea de Vergara, seguir ahondando en el imaginario político de nuestro electorado, he seleccionado un conjunto de términos que, considero, han sido recurrentes en esta primera vuelta y pueden ser una puerta de entrada a un gran conjunto de no iniciados en la política. Antes que llegar con respuestas definidas y dogmas infalibles, considero necesario acercarse con preguntas a esta realidad diversa, cambiante y fascinante que es la política peruana. Vemos algunos de ellos:

Volatilidad: Dícese de aquel elector mutable, cambiante, ‘cual pluma al viento’, que un día está con un candidato, al siguiente día con otro, dependiendo de su estado de ánimo o si esa mañana tuvo o no dinero para comprar el pan. Se insiste en que el elector peruano es especialmente volátil, de tal manera que los sufridos candidatos deben redoblar esfuerzos para mantener cautivo a tan esquivo grupo.

Voto perdido: Úsese también como: ‘apuesta a ganador’. En este caso, el hábil elector se olvida de propuestas programáticas, ideologías, vinculación partidaria y se sube convenientemente al coche que va primero, al que no tiene pierde, al que si o si llega a palacio. Viejas ideas como institucionalidad, mayorías y minorías no tienen mayor peso en su elección, ya que su voto queda establecido en función de quien le diga la encuestadora de turno que va a la cabeza. Esto tienen dos supuestos: Primero, que las encuestadoras coinciden en quien va primero y en segundo lugar si el elector les cree.

Outsider: Dícese de aquel que no forma parte del sistema (no ha participado en ‘faenones’, no ha recibido coimas, no le han pagado viajes, no ha mandado a lavar pies, planchar camisas o robar luz, no lo han ‘chuponeado’ ni ha visitado la salita del SIN) que de manera inesperada irrumpe en nuestra institucionalidad política como una sorpresa.

Segunda vuelta electoral o ballotage: ‘Cáncer contra el sida’, ‘mal menor’, ‘todos contra uno’, son las denominaciones que acompañan este término. Se define como elección con doble turno, habida cuenta que ninguno de los candidatos alcanzo la mitad más uno de los votos válidamente emitidos (mayoría absoluta). Aquellos que recibieron mayor votación, pasan a este ‘segundo round’. Según la historia nace con napoleón III en 1852. En el caso del Perú, el candidato que va primero en primera vuelta no tiene asegurado el triunfo en la segunda.

Estos son algunos de los términos para irnos iniciando en la política peruana. No sabemos quien resultará triunfador, solo debemos estar siempre vigilantes que se respete la voluntad popular, sin manipulaciones ni miedos de por medio. Y, claro, con algo de sentido del humor. No olvidemos que esto es una fiesta, la fiesta de la democracia.

Los medios y la política


Cuando el amable lector se detenga a leer este artículo, probablemente, después de un largo periodo de incertidumbre, ya tendremos definidos a los candidatos que han pasado a la segunda vuelta. Algunos analistas afirman que allí empieza otra historia que implica, dependiendo a quien se tenga al frente, una nueva estrategia que permita no solo conservar el capital político logrado, sino acrecentarlo tendiendo la mano al no tan antigua rival buscando el ya famoso endose de votos. Sin embargo, apenas vislumbrando el nuevo escenario que empezará a dibujarse después de este 10 de abril, considero pertinente hacer una breve reflexión sobre uno de los actores que han jugado, juegan y jugaran un rol muy importante en este largo proceso electoral que está viviendo nuestro país: los medios de comunicación.
Esta reflexión viene animada a partir de un sugerente informe de la Asociación Civil Transparencia (1) que intenta medir el espacio que se le ha brindado a cada candidato hasta el 31 marzo de 2011. Naturalmente, la característica de esta elección ha sido presentar escenarios cambiantes, con subidas inesperadas (en algunos casos casi resurrecciones), bajadas que parecen no tener piso, miedos apocalípticos e intereses de uno y otro lado. Los medios de comunicación, evidentemente, no son ajenos ni indiferentes (aunque muchos de ellos lo afirmen) a todas estas idas y venidas que van configurando el escenario electoral y político. Veamos algunos resultados de este trabajo.
Uno de los primeros cuadros que presenta el informe mencionado está referido a las apariciones de los candidatos en prensa escrita al 31 de marzo. En términos metodológicos, el informe hace una distinción importante ya que distingue las apariciones de los candidatos en términos de Fuente (Cuando el medio de comunicación cita textualmente las declaraciones del candidato o cuando le atribuye declaraciones sin ningún tipo de análisis) y de Actor (Cuando el medio de comunicación o cualquier personaje habla sobre el candidato o candidata). PPK es el candidato con mayor numero de apariciones en la prensa escrita (23.6 %: Fuente y 17.6 %: Actor). Le sigue Alejandro Toledo (23.5 %: Fuente y 24.4 %: Actor) y Ollanta Humala en tercer lugar con (17.8 %: Fuente y 23.3 Actor). Más atrás vienen Luis Castañeda y Keiko Fujimori. Es interesante notas que mientras en PPK los medios apelan mas a la Fuente (lo que el candidato dijo), en el caso de Humala apelan principalmente al Actor (lo que se dice de él).En el caso de Toledo es posible percibir cierto equilibro entre una y otra (lo que dijo y que lo se dice de él).
Pero este informe no solo pretende medir lo objetivo (apariciones), sino también, de alguna manera, la subjetividad que puede reflejar la información que circula en los medios de comunicación escrita. Para intentar medir ello, el informe utiliza el indicador ‘menciones’ que, a su vez, se subdivide en: neutra, positiva y negativa. Quien encabeza esta vez el número de menciones es Alejandro Toledo con 24.4 %, la cual a su vez se divide en: Neutras (63.6 %), Positivas (9.2 %) y Negativas (27.3%). Quien le sigue en el número de menciones es Ollanta Humala con23.2 % que se dividen en: Neutras (61.6 %), Positivas (8.1 5) y Negativas (30.3 %). Finalmente PPK con 17.6 % de menciones: Neutras (74 %) Positivas (15.5 %) y Negativas (10.5 %). Es pertinente notar que si bien entre Toledo y Humala la diferencia no es marcada, si lo es de los dos primeros en relación con PPK.
Finalmente, un último cuadro busca medir la cobertura de los programas de gobierno. Para ello utiliza una medida más que interesante la cual es el número de ‘cm2’ que se ocuparon. Los cuadros se dividen en 'temas programáticos’ (Planes de gobierno, debate, política económica, educación, empleo, salud, pobreza, seguridad ciudadana, entre los más importantes) y ‘temas no programáticos’ (acusaciones y denuncias, opiniones sobre candidatos, wikileaks, encuestas, actividades de campaña, transparencia financiera, entre los que destacan) Es importante indicar la enorme brecha que existe entre uno y otro. Mientras que los temas programáticas solo ocupan un 16.7 % (21, 976 cm2) de la cobertura electoral, los temas no programáticos obtienen 83.3 % (533, 124 cm2). Este último dato que no hace más que reflejar una de las conclusiones que deja la primera vuelta: muchos insultos y acusaciones, pocas propuestas.
Naturalmente este informe no pretende ser concluyente ya que utiliza como muestra solo algunos diarios de circulación nacional (no se toma en cuenta, por ejemplo, diarios locales que permitirían medir la perspectiva regional de los medios de comunicación escrita). Sin embargo, es importante porque es in intento valioso de medir ese terreno a veces ambiguo y conflictivo como es la objetividad periodística. Como refiere la filosofa española Victoria Camps: "no se informa sólo por informar. El informador elige una información y elige, a su vez, el público al que la dirige. Nadie habla en el vacío".
(1) En: http://www.transparencia.org.pe/www/biblioteca-virtual

miércoles, 12 de enero de 2011

Pensando nuestra democracia


“Vivimos el periodo más prolongado de democracia en América Latina. Nunca, desde la independencia, tantos países de nuestra región han vivido en democracia sin interrupciones dictatoriales por tanto tiempo. A su vez, nuestra democracia es singular: somos al mismo tiempo una región democrática y la más inequitativa del planeta.”(1) Con estas líneas, pertinentes creo yo, en medio de conflictos internos y casos de corrupción, se inicia la reflexión sobre la democracia Latinoamericana en un informe que lleva precisamente por título Nuestra democracia y que ha sido presentando en octubre pasado en México por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Inicialmente el informe reconoce tres desafíos a los que se debe hacer frente en nuestra región: articular nuevas formas de participación política para contrarrestar la crisis de representación; fortalecer la organización republicana del Estado, es decir, la independencia de los poderes, su control mutuo y las instancias de rendición de cuentas, e incrementar, en el marco de dichos controles republicanos, el poder político real del Estado. Al mismo tiempo, hace hincapié en que una democracia electoral no es suficiente y va más allá de las elecciones. Una verdadera democracia debe ampliar la ciudadanía en sus tres dimensiones: civil, política y social. De igual manera y también en relación con la democracia electoral, en la que se ha avanzado notablemente, advierte que la democracia no solo se define por su origen (poder en la soberanía popular), sino también por su ejercicio(instituciones y Estado de derecho) y por su finalidad (garantizar, materializar y extender derechos en las tres dimensiones ya indicadas)

En relación con los derechos políticos, a través de las conocidas Leyes de cuotas, Latinoamérica ha logrado mejores niveles de acceso y participación para sectores tradicionalmente marginados: mujeres e indígenas (no hay datos sobre jóvenes) En el caso de las mujeres, el porcentaje de representación de las mujeres en la región es 20,1% (Perú: 27, 5 %) y en el caso de los indígenas es el promedio de representación mas alto lo tiene Bolivia: 43,8 % en la cámara baja. Perú viene más atrás con 5, 83 %.

En relación con los Derechos económicos sociales y culturales (DESC), denominados derechos de segunda generación, nuestra región si bien presenta un mejor desempeño del Estado en la atención de un conjunto de necesidades apremiantes de la población, también muestran tareas pendientes que no pueden seguir postergándose. Por ejemplo en relación con la salud en nuestra región, la tasa de mortalidad ha descendido en todos los países de nuestra región, solo Costa Rica mantiene el mismo índice, pero a favor suyo cabe indicar que es el segundo mas bajo de la región, solo siendo superado por Chile. En el caso del Perú, este ha descendido de 39 por cada 1000 nacidos vivos en el 2001 a 24. Sin embargo, si bien la tasa de mortalidad ha descendido, la desnutrición parece haberse convertido en el enemigo de las nuevas generaciones. Nuestro país presenta la segunda tasa más alta de la región con 30 % de desnutrición infantil para menores de 5 años de edad. Solo es superado por Guatemala que presenta un alarmante 54 %.

Finalmente, el informe presenta una encuesta en relación con el poder en nuestra región. Frente a la pregunta ¿Quién ejerce el poder en la región? La mayoría respondió que los grupos económicos, empresarios y el sector financiero (79,7 %). Los medios de comunicación no han perdido su lugar y han ratificado ser el ‘cuarto poder’ con el 65,2 % de las menciones. La iglesia ocupa un interesante tercer lugar con 43,8 %, cifra que seguramente es marcadamente menor comparada con percepciones de hace algunos años atrás, en los que la iglesia no solo era concebida como una institución importante, sino como un efectivo poder de facto con una importante influencia política. El Poder Judicial y los políticos son percibidos como los menos influyentes en el ejercicio del poder en nuestra región. Además, los poderes formales son percibidos como de menor valía en relación con este gran poder que representan los sectores económicos y financieros.

No parece ser una coincidencia que aquellos países con mejores indicadores sociales y políticos (Uruguay y Costa Rica) sean las democracias mas consolidadas de la región. Esto permite mostrarnos que un modelo basado en la igualdad (la democracia) será más difícil de cultivar y sostener en sociedades secularmente desiguales, con tendencia autoritaria y con un amplio margen de población desprovista de condiciones necesarias para una vida digna.
(1) PNUD y OEA (2010) Nuestra democracia. México: Fondo de Cultura Económica. Disponible en: http://www.pnud.org.pe/data/publicacion/PNUD-OEA_Nuestra_democracia.pdf (Última consulta: 24 de noviembre de 2010)

Apuntes políticos para el 2011


Quisiera iniciar el primer artículo del año con algunas reflexiones a tener en cuenta sobre vida política en nuestro país básicamente por dos motivos. Uno de ellos es que tanto el año 2010 como el que acabamos de iniciar han sido y serán años de fuerte movimiento político. El año pasado con las elecciones de gobiernos locales y regionales. El presente, con las elecciones presidenciales y parlamentarias. En segundo lugar, porque es nuestro deber involucrarnos en estos procesos para tratar de mejorar la calidad de la representación y evitar que el nivel de la misma siga cuesta abajo. Elegir bien no solo significa asistir el día de la elección, marcar correctamente la cedula de sufragio y esperar los resultados de la elección. Una democracia que vaya creciendo en madurez requiere de ciudadanos que sepan elegir, se informen, vigilen y exijan rendición de cuentas a quienes han elegido. Finalmente no olvidemos que el voto es un encargo y una delegación del poder que reside en la voluntad del pueblo.

Un primer apunte me permito recogerlo de las estadísticas. Según el Instituto de Opinión Pública de la PUCP (IOP – PUCP) en su Encuesta Nacional sobre intención de voto presidencial 2011 de diciembre de 2010 coloca a Luís Castañeda en primer lugar con 25 %. Le siguen Alejandro Toledo y Keiko Fujimori empatados con 22 %. Bastante mas atrás Ollanta Humala con 9 %. La encuesta trae otros datos a tener en cuenta, como por ejemplo que la fortaleza de Castañeda a nivel regional esta en Lima – Callao con 29 %, mientras que la de Toledo se ubica en el Oriente (35 %). El perfil del elector de Castañeda es juvenil (18 a 29 años) masculino y vive en Lima – Callao. El de Toledo tiene mas de 45 años, también es masculino y vive en el interior del país. En el caso de Keiko es juvenil, femenino y vive predominantemente en el área rural del país. Finalmente, según el IOP – PUCP, la candidatura que genera mas rechazo es la de Humala por quien definitivamente no votaría el 63 % de los encuestados. La que genera mas fidelidad es la de Castañeda, quien tendría un sólido 25 % que definitivamente votaría por el. El primero con menos posibilidades de crecer electoralmente, el segundo con mayor margen de crecimiento entre indecisos y cambiantes.

Un segundo apunte proviene de la historia. Si bien las estadísticas y en particular las encuestas constituyen lo que algunos denominan “una fotografía del momento”, la perspectiva histórica nos permite otro acercamiento a la política. Estamos por iniciar un proceso de carácter democrático, que contrasta con los niveles de aceptación de la democracia en nuestra población. Según también el IOP – PUCP, el nivel de insatisfacción con la democracia es del 66 %. Es decir, de cada 3 personas, al menos dos de ellas están descontentas con el modelo, situación que predomina en el Centro y Sur del país y entre los jóvenes. Una cifra de estas características puede generar (y de hecho lo hace) pesimismo y críticas inmisericordes sobre la democracia. Conversando con jóvenes universitarios lo que parece predominar es cierto aire de pesimismo y resignación sobre la vida política del país en general y sobre la democracia en particular. Y, ¿Qué tiene que ver la historia en todo esto? Pues que incorporar la dimensión histórica en nuestra mirada política nos permite profundizar en ella. Recordar por ejemplo, cuantos años de vida democrática tenemos y cuantos de dictadura. Algunos historiadores hacen cuentas y afirmar que de los 189 años de vida republicana, 58 años han sido de vida plenamente democrática. El resto dictaduras, autocracias y pseudo democracias. Entones, ¿por qué descartar un modelo que hemos recuperado y en el que vivimos hace 10 años?

Un tercer apunte proviene de la filosofía y nos invita a concebir la política desde una perspectiva que vaya más allá de la política profesional e insiste en la política como forma de asegurar mejores condiciones de convivencia. Hanna Arendt propone la pluralidad como condición básica de la humanidad y se hace una pregunta que podemos hacernos perfectamente en nuestro país: ¿Cómo podemos vivir juntos siendo muchos y al mismo tiempo diferentes? Para Arendt, la pluralidad no solo es un aspecto de la condición humana, sino que es aquella dimensión sin la cual no podría existir la vida política. Si fuésemos todos iguales no sería necesario preguntarnos como hacer posible la convivencia, ni llegar a ciertos acuerdos. (1) De esta manera la pluralidad aparece como condición y al mismo tiempo como reto para vivir en sociedad. Es claro que estamos lejos en estar de acuerdo en todo, el desafío esta en como podemos tramitar las diferencias sin recurrir a la eliminación de las mismas, la asimilación de ellas o simplemente el olvido o la marginación.

Estas son algunos breves apuntes que, espero, puedan generar procesos reflexivos más profundos, comprensivos, tolerantes y, sobretodo, esperanzadores. Las optimistas cifras del crecimiento económico muchas veces contrastan con la imagen del país a futuro, que en ciertos sectores es percibido con poco optimismo. Es tiempo de recordar que las cosas siempre pueden ser de una manera distinta, y la política no es ajena a esta frase popular.

(1) Citada en Espinosa, Oscar (2008) Cartas de navegación. Reflexiones sobre cultura, ética y política en el Perú. Lima: Fondo Editorial UARM.