domingo, 22 de febrero de 2009

¿Año nuevo?: Todos los días


Festividades, como el inicio del año, nos permiten apreciar de alguna manera como en los seres humanos perviven estructuralmente algunas características asociadas mas bien a los estadios de desarrollo inicial del hombre. Es interesante notar como, junto al avance tecnológico, conviven ritos y tradiciones no necesariamente asociadas con la modernidad. Sin embargo, estos parecen representar una continua búsqueda del ser humano: tratar de controlar el futuro. El porvenir, al ser desconocido, genera sensaciones como el desamparo, la vulnerabilidad, la angustia. La capacidad de agencia se ve reducida dramáticamente y aparece con fuerza una frase shakesperiana que parece graficar esta situación, donde somos principalmente: “un juguete del destino”. Sin embargo, el hombre no se queda de brazos cruzados y busca, de una manera u otra, hacer propicio aquello que es desconocido y poder hacer del futuro un tiempo mejor para el. Veamos brevemente como a través de las predicciones, los ritos y los sentimientos el hombre busca asir aquello que parece escapar como arena entre sus manos.

En occidente la concepción del tiempo es lineal. Hay un pasado, presente y futuro que avanza de manera incontenible. Los hechos del pasado están ya dados, mientras el futuro es una dimensión sobre la que no tenemos acceso. Pero el hombre siempre ha generado modos creativos para conocer ese futuro, que en la antigüedad se manifestaba a través de oráculos y adivinadores en los que buscaba fundamentalmente seguridad. Una manifestación actual de ellos los encontramos en las famosas astrólogas que buscan predecir como será el futuro y cuan promisorio será para nosotros. Los horóscopos parecen tener una mayor importancia en este período del año, importancia que es directamente proporcional a la necesidad humana de saber “que vendrá más adelante”.

Un segundo elemento que parece convivir con la aparente modernidad de la que somos parte son los distintos ritos y tradiciones que se ponen en práctica en esta época. Para Juan José Tamayo - Acosta: “A través de los ritos, el ser humano guía su existencia y pone orden en su vida, con frecuencia desordenada, y en la relación con los demás, con frecuencia turbulenta. Los ritos constituyen un importante cauce para superar o, al menos, desdramatizar las tensiones entre los miembros del mismo grupo humano (…) Son una respuesta a la angustia que produce en el ser humano la realidad amenazadora que se le impone y no siempre puede controlar. Representan, a su vez, un buen antídoto frente a la rutina de la vida, al romper la uniformidad y monotonía en que se desarrolla la existencia humana.”(1) Muchos ritos buscan “propiciar” un mejor porvenir a través de colores (amarillo), alimentos (uvas, carne de cerdo), objetos (muñecos que representan el año que se va y que deben ser quemados) y acciones (si quiero viajar, salir con una maleta a dar una vuelta a la manzana). Sin embargo, estos no pueden llevarse a cabo en cualquier tiempo del año, ya que existe un tiempo especial que activará su capacidad transformadora, en este caso, del futuro. Aquí podemos apreciar una suerte de dimensión mágica, (entendida esta como las artes, conocimientos y prácticas con que se pretende producir resultados contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos actos o palabras, o bien con la intervención de seres fantásticos) que pervive en todos nosotros y se manifiesta en esta época del año.

Finalmente, la esperanza es el sentimiento característico de esta época del año. Estas parecen renovarse con su solo llegada, generando una sensación de cambio y posibilidad. Al mismo tiempo que se evalúa lo realizado, se planifican nuevas tareas y proyectos bajo la lógica que este es buen tiempo para hacerlo. Pero bajo este proceso de evaluación y proyección, que puede parecer básicamente racional, podemos percibir también un fuerte substrato pasional. No solo se concibe y programa nuevas acciones para el año venidero, sino que la época en que son realizados y la sensación de cambio que genera el nuevo año, alimenta la esperanza que se harán realidad. La concepción lineal del tiempo parece ser reemplazada por una mas bien circular, donde después de un largo camino tenemos la oportunidad de volver al punto de donde partimos para empezar de nuevo.

Todo lo mencionado son de alguna manera mecanismos para controlar aquello que vendrá, pero que no conocemos. Sin embargo, es importante recordar que el futuro no es únicamente sombras que no nos permiten ver que hay mas adelante. Es también posibilidad y esperanza. Pero no una esperanza que se renueva cada año y que parece agotarse al concluir el mismo. Sino una esperanza que se debe renovar cada día y cuya base debe ir mas allá de prendas amarillas, alocadas vueltas con maleta en mano o astrólogas cuyo mayor acierto es hacernos creer lo que dicen. La base de esta esperanza somos nosotros y lo que hacemos, sabiendo que es posible hacer de nuestro futuro algo mejor.

(1) Tamayo – Acosta, Juan José. El ser humano, animal ritual. En: http://www.mercaba.org/LITURGIA/h-m_animal_ritual.htm (Última consulta: 1 de Enero de 2009)

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