martes, 17 de mayo de 2011

¿Un mundo más seguro?


Hace poco menos de dos semanas, el mundo recibía una noticia que parecía nunca escucharía. Los diversos medios de comunicación daban cuenta de la muerte, en manos de fuerzas norteamericanas (los Navy Seal para ser más exactos) del terrorista más buscado del planeta: Osama Bin Laden. Seguramente, en la memoria colectiva de millones de personas en el mundo, irrumpían aquellas imágenes con las que iniciábamos no solo una nueva década, sino un nuevo milenio: el ataque a las Torres Gemelas, denominado en adelante por las siglas 11 – S. La algarabía espontánea de muchos norteamericanos, que salían a ‘festejar’ la muerte de su enemigo Nº 1, contrastaba con la suspicacia generalizada respecto a los detalles de la denominada ‘Operación Gerónimo’. Veamos algunos detalles de la misma.

Una primera duda estaba referida a la autenticidad del cadáver. Frente a las innumerables imágenes que circulaban en Internet, desmentidas una a una por expertos en fotografía digital, se esperaba las imágenes oficiales de parte del gobierno norteamericano. Finalmente, este decidió no difundirlas por considerarlas ‘atroces’, ‘truculentas’ y potencialmente incendiarias. En segundo lugar las circunstancias de la muerte son igualmente contradictorias. Inicialmente se afirmaba que opuso resistencia, para indicar pocas horas después que estaba desarmado. Como, de manera pertinente indicó Enrique Bernales, el Convenio de Ginebra autoriza el uso de la fuerza cuando hay resistencia. Sin embargo, en el caso del líder de Al Qaeda, no han quedado claras las circunstancias.

Luego de ello, ¿Qué paso con su cuerpo? La primera información indicaba que su cadáver había sido arrojado al mar (sic.), ante la mirada incrédula de la opinión mundial. ¿Por qué el cadáver del terrorista mas buscado del planeta había sido, simplemente, arrojado al mar? Una de las hipótesis que intentaban explicar esta decisión esta apoyada en que sus seguidores no convirtieran sus restos en una suerte de reliquia, con profundos significados ideológicos y políticos en aras de la Yihad (Guerra Santa emprendida contra occidente). Sin embargo, si bien el cuerpo simplemente ha desaparecido en las profundidades marinas, ello no es óbice para que el nombre y el recuerdo de Osama puedan convertirse en un icono, una figura, un símbolo para sus partidarios.
Ahora bien, luego que circuló la información sobre el destino de los restos de Bin Laden y ante el escándalo de la importante comunidad musulmana en EE.UU., surgió una información que complementaba la anterior al indicar que se siguió un ritual antes de la inhumación (sic.). Sin embargo, según la tradición musulmana, primero hay que lavar el cuerpo de un difunto con agua jabonosa, luego sólo con agua y por último con agua mezclada con alcanfor, y después envolverlo en tres paños. Según Dalil Boubakeur, de la mezquita de Paris: "La inhumación se hace bajo tierra, sin féretro. Los restos mortales deben colocarse en paralelo a La Meca, con la cabeza del difunto ligeramente ladeada hacia la derecha para que su cara esté orientada hacia la Kaaba, el santuario sagrado de La Meca".
Para Eric Frattini, matar a Osama Bin Laden es como descabezar a una Hidra (recordemos el viejo mito griego de la serpiente de varias cabezas, a quien Hércules le cortaba una cabeza pero en su lugar crecían dos). Agrega el especialista que hace algunos años si hubiera constituido un duro golpe a Al Qaeda, ya que esta tenía una estructura piramidal con Osama a la cabeza. Sin embargo, ahora no es tal la situación, ya que hace mas de dos años Osama entrego el poder a Ayman al Zawahiri, en opinión de los expertos mas operativo y también mas despiadado que su antecesor. Además agrega que Al Qaeda funciona ahora al modo de una franquicia. Basta que una célula terrorista, en cualquier parte del mundo, se organice y comparta la ideología de la organización, para que esta pueda reivindicar sus actos en nombre de Al Qaeda. Finalmente insistió en el transfondo electoral de esta noticia, de cara a la reelección de Barack Obama y sentenció que esta muerte “es mas un tema de honor que un acto antiterrorista”.

Hace algunos años un amigo, al conversar sobre este tema, me indicaba acertadamente que los EE.UU. eran una suerte de ‘Dr. Frankenstein’. Creaba monstruos que terminaban yendo en contra suya. Ya ha acabado con dos de los más famosos antiguos aliados suyos: Sadam Husein (apoyado en la guerra Irán – Irak en los 80’s) y ahora Osama Bin Laden (socio estratégico para resistir la presencia soviética en Afganistán, en tiempos de Guerra Fría). Sin embargo, ¿Es el mundo, ahora, un lugar más seguro?, ¿Ha sido un golpe efectivo a esta suerte de nebulosa que es el terrosismo? ¿Es tan fácil trasladar de una cultura a otra ideales como libertad y democracia? ¿O no son más que la fachada políticamente correcta de intereses económicos? ¿Qué nuevos Osama’s se forman, alimentados por el resentimiento, en aquellos lugares donde las tropas norteamericanas no son queridas, en especial de quienes han sufrido la perdida de un pariente muy cercano por ‘daños colaterales’? El tiempo lo dirá.

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