sábado, 28 de marzo de 2009

El mundo se queda sin luz hoy


Este sábado 28 de marzo, en la denominada “Hora del planeta”, diversas ciudades del mundo se unirán en una iniciativa que busca demostrar que enfrentar el cambio climático es posible. Este gesto, de carácter simbólico, se expresará no utilizando energía eléctrica durante una hora. Los organizadores la han denominado la mayor campaña en defensa del medio ambiente de la historia, teniendo en cuenta que en diciembre de este año, los líderes de 192 países se reunirán en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que tendrá lugar en Copenhague, para lograr un nuevo acuerdo global que de continuidad al Protocolo de Kioto. Sin embargo, las advertencias sobre la necesidad de reflexionar sobre la sostenibilidad de los recursos de nuestro planeta no son recientes y es, por lo menos desde fines del siglo XVIII, que algunas voces advierten el peligro que originaría un crecimiento demográfico descontrolado o el empleo irracional de recursos energéticos. Revisemos brevemente las reflexiones de dos hombres de ciencia que, aunque separados por algo más de dos siglos, tienen en común pronósticos poco esperanzadores para la especie humana.

El primero de ellos fue Thomas Robert Malthus, un economista inglés considerado el padre de la demografía. En su Ensayo sobre el principio de la población (1798), se expone el principio según el cual la población humana crece en progresión geométrica, mientras que los medios de subsistencia lo hacen en progresión aritmética. Ello significa que llegará un punto en el que la población no encontrará recursos suficientes ya que su ritmo de crecimiento fue marcadamente mayor respecto a los medios que permiten su subsistencia, generando la extinción del hombre. (1)

El paso del tiempo se encargó de identificar a Malthus con una visión fatalista respecto al destino de la humanidad. Sin embargo, los exegetas de su obra niegan que tal haya sido su sentido, afirmando que la figura maltusiana de crecimiento geométrico de la población humana versus crecimiento aritmético de los recursos para satisfacerla no hacía mas que representar la permanente lucha que ha desempeñado el hombre por sobrevivir. Es más, en la búsqueda de equilibrio entre una categoría y otra, Malthus menciona dos tipos de freno en el crecimiento poblacional: los frenos positivos (guerra, hambre, plagas y enfermedades) y el freno preventivo (prevención, abstinencia sexual y retraso en la edad del matrimonio). Recordemos que el economista ingles reflexiona sobre ello en medio de los siglos XVIII y XIX.
Un segundo científico, ya contemporáneo y de origen latinoamericano, Bruce Hoeneisen Frost, en un artículo de 1999 hace una serie de pronósticos respecto a la población mundial y los recursos necesarios para atenderla que es pertinente tenerlos en cuenta: “Consideremos primero la población mundial. Fue de mil millones en el año 1800, dos mil millones en 1925, cuatro mil millones en 1974 y seis mil millones en 1999. Estimamos que la población mundial llegará a ocho mil millones en el año 2023 y a nueve o diez mil millones en el año 2050.”

Para Hoeneisen, este es justamente el límite con que el planeta tierra aún puede alimentar "bien" con agricultura intensiva de alta tecnología y rendimiento. Sin embargo: “…este nivel de población no es sostenible una vez que se agoten las reservas de petróleo y gas natural hacia el año 2050 y de carbón hacia el año 2100, entonces la población mundial deberá necesariamente decrecer hacia fines del siglo XXI. El límite natural sostenible del planeta tierra una vez que se agoten el petróleo, gas y carbón (y suponiendo que la humanidad tiene la sabiduría de no utilizar reactores nucleares) es de aproximadamente tres mil millones de personas (al nivel actual de consumo de energía por habitante). Esta es la población que pueden sostener las fuentes renovables de energía. ¡Y ya hemos sobrepasado este límite energético a causa del consumo transitorio de hidrocarburos no renovables!” (2) Veamos la Figura 1.

Figura 1



Fuente: http://www.soberania.org/Articulos/articulo_1531.htm
Malthus y Hoeneisen parecen dejar en el horizonte una serie de preguntas. Algunas nos remiten al ámbito político y social, otras más bien pretenden acercarse a la dimensión ética del hombre y su concepción de la vida en sociedad.

A nivel político se busca observar una dimensión poco desarrollada en las instituciones dedicadas a promover conciencia sobre el respeto al medio ambiente: la incidencia política. ¿Cuanto de esta discusión, que se establece a nivel de sociedad civil, podrá trascender el ámbito político? Es decir, cuantas de estas iniciativas podrán transformarse en políticas públicas efectivas que puedan enfrentar un problema que tenemos cerca y al que el Perú no será ajeno. ¿Cuál fue el sentido primordial que motivó la creación del Ministerio del Medio Ambiente (MMA)? ¿Una toma de conciencia profunda y con visión de largo plazo sobre las políticas del Estado en relación con el medio ambiente o tan solo un requisito que había que cumplir para allanar el camino al TLC con EE.UU.? Desde la clase política la imagen del MMA parece más cercana a una institución impuesta frente a un verdadero reconocimiento de su rol en la evaluación y prevención de actividades que tengan un impacto ambiental negativo.

A nivel social ¿que podemos decir? En el momento en que se escribe este artículo no es posible precisar el grado de participación de la población arequipeña en esta iniciativa. Sin embargo, ¿cuan comprometidos estamos en la defensa del medio ambiente? ¿Cuan responsables somos en el uso racional del agua, el tratamiento de los residuos sólidos, el ahorro de energía y la preservación de áreas verdes? Si bien esta iniciativa parte de la sociedad civil, es menester preguntarse si su interés de carácter particular, puede universalizarse y representar el interés de amplios sectores de la población. Al parecer en nuestra ciudad el tema medio ambiental se ha restringido al transporte público y a la preservación de la campiña, concentrando todo el esfuerzo en modernizar y reordenar el parque automotor o frenar la libre disposición de los bienes a través de ordenanzas que tan solo postergan el problema, atentando contra la libertad de los propietarios. ¿Ello será suficiente? ¿No estaremos cayendo nuevamente en el error de enfrentar las consecuencias de los problemas, antes que sus causas? Recordemos que los actores involucrados en una y otra variable son apenas un porcentaje de nuestra población, olvidando la necesidad de involucrar a la mayoría de la ciudad en prácticas y actitudes que fomenten el uso racional de los recursos.

Finalmente ¿es posible un cambio a nivel de los paradigmas que hasta el momento sostienen la modernidad, aquellos que ubican al hombre en el centro de la creación y con potestad incuestionable para disponer de los recursos del planeta guiado por un solo tipo de mirada, la de si mismo? El hombre, con el avance inconmensurable de la ciencia y la tecnología, parece reconocerse únicamente como centro de la naturaleza, por encima de ella y con derechos inalienables para explotarla sin mediar algún tipo de límite. No parece existir ningún tipo de discernimiento ético entre fines y medios, ya que los primeros parecen justificarlo casi todo en aras de un mejor modo de vida, bajo una racionalidad perversa y autocomplaciente. Miradas alternativas buscan rescatar y proponer concepciones de culturas no occidentales que presentan una relación más equilibrada entre el hombre y la naturaleza, basada fundamentalmente en la reciprocidad y el respeto. Sin embargo, este tipo de cambios son de largo aliento, quedando pendiente la duda si el planeta podrá resistir dos o tres generaciones más con la misma visión utilitarista del mundo.

Como podemos apreciar, los pronósticos de uno y otro parecieran tener un mismo sentido. Estos implican la urgencia de cambios no solo a nivel de prácticas, hábitos de consumo, formas de vida y satisfacción de necesidades. También ponen de manifiesto la necesidad de un cambio de mentalidades. Una verdad, casi de perogrullo, afirma que la tierra es nuestro hogar. Sin embargo, tal vez estamos partiendo de una premisa equivocada considerando que todo hombre valora de manera especial su hogar. Nuestras prácticas estarían demostrando que la imagen de hogar no necesariamente es la que mejor describe nuestra relación con el planeta. La naturaleza, en su infinita sabiduría, se encarga de recordarnos cada vez mas seguido que si bien puede ser nuestro hogar, nosotros somos tan solo unos simples inquilinos.
(1) En: http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Malthus (Última consulta: 25 de marzo de 2009)
(2) Citado en: Pinto, José. ¿Cómo será el mundo en el año 2050? En: http://www.soberania.org/Articulos/articulo_1531.htm (Última consulta: 25 de marzo de 2009)

jueves, 5 de marzo de 2009

Museo de la Verdad


Cada cierto tiempo se reaviva un viejo debate cuyo hito más importante parece ser el año 2003. Dicho año, luego de dos años de trabajo, concluyó su labor la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) presentando al país su Informe Final. Este documento buscaba dar respuesta a los 20 años de violencia política que había vivido el país (1980 – 2000), indagando sobre causas profundas que pudieran explicarlo, narrando los hechos mas importantes de este conflicto, reconociendo a los actores y proponiendo un conjunto de recomendaciones que pudieran conducir al país hacia la ansiada reconciliación. La donación de 2 millones de dólares que ha ofrecido el gobierno alemán para construir un museo que busque rememorar lo acontecido estos años ha mostrado nuevamente los frentes de esta disputa y sus visiones particulares sobre tres elementos esenciales de este trance de nuestra historia: la verdad, la reparación y la memoria. Veamos brevemente cada una de ellas.

Partamos por definir ¿Qué son las Comisiones de la Verdad? “…son organismos de investigación creados para ayudar a las sociedades que han enfrentado graves situaciones de violencia política o guerra interna, a enfrentarse críticamente con su pasado, a fin de superar las profundas crisis y traumas generados por la violencia y evitar que tales hechos se repitan en el futuro cercano.”(1) Sin embargo, ¿Qué tipo de verdad es la que sociedad espera encontrar? Muchas veces, los informes que presentan las comisiones muestran el lado mas oscuro de nuestra sociedad, no exclusivamente el de victimas y victimarios, sino el de aquellos que, por acción u omisión, permitieron que esto suceda. Como refería Salomón Lerner en su discurso de presentación del informe: “Las dos décadas finales del siglo XX son – es forzoso decirlo sin rodeos – una marca de horror y de deshonra para el Estado y la sociedad peruana”. Es esta verdad la que un sector busca defender frente a otro que la niega de manera sistemática, sea cuestionando la metodología utilizada, el empleo de los recursos e incluso descalificando a los integrantes debido a su posición ideológica. El argumento, que parece resumir su lógica, es que la verdad presentada por la CVR es “su verdad”, no la verdad oficial en la que los peruanos podamos reconocernos.

Un segundo punto álgido en esta discusión parece ser el tema de las reparaciones. Uno y otro bando parecen reconocer la existencia de víctimas producto de este periodo, pero el número de ellas y como resarcirlas nuevamente rompe los puentes tímidamente construidos en uno y otro lado. El sector que niega la verdad presentada por la CVR ha considerado que la donación del gobierno alemán debería destinarse bien a las víctimas o a obras más importantes como escuelas, hospitales, carreteras, en lugar de un museo. Aún en el caso de conceder a este sector el hecho de canalizar recursos económicos a las victimas, ¿ello es suficiente? ¿Es que lo que están buscando? o ¿Es posible establecer un tipo de justicia que no solo retribuya (en este caso económicamente), sino también restaure? La restauración parece ser el nivel más elevado de justicia, por encima de la justicia retributiva (orientada a devolver el daño inferido, a castigar) y de la correctiva (corrección del daño ocasionado). Este tipo de justicia esta orientada a reparar las relaciones de las personas separadas por la injusticia y buscar la reconciliación interpersonal. Aunque el realismo político presenta límites para llegar a este nivel de justicia (volumen de crímenes, tiempo transcurrido, debilidad institucional y voluntad política), su búsqueda es una tarea innegable de nuestra sociedad.

Finalmente, la memoria es un tercer elemento a considerar. El sector que niega el informe de la CVR, duda seriamente sobre el rol de la comisión en la construcción de la misma, al afirmar que su labor ha servido únicamente para reabrir heridas y enfrentar a distintos sectores de la sociedad peruana, en lugar de lograr la ansiada reconciliación. Un museo, precisamente destinado a recordar lo que sucedió, haría mas profundas las brechas ya existentes en nuestra sociedad. El camino para este sector parece ser la vuelta de página. Esto podría conducirnos a la pregunta ¿Cuál es el rol de la memoria en un país? La memoria esta destinada a recordar no solo lo que sucedió en un determinado periodo de la historia, sino a garantizar el compromiso de la sociedad que este episodio infausto no se repita.

¿Qué tenemos que decir el resto de la ciudadanía? ¿Cuánto nos afecta estos temas a aquellos que no sufrimos con los atentados, que no fuimos victimas de amenazas sistemáticas o, peor aún, que no perdimos un familiar producto del conflicto? En realidad el primer paso es reconocer que esta ha sido un problema no de un grupo ajeno a nosotros, sino mas bien un problema de todos. Solo en la medida que el dolor del ‘otro’ sea nuestro, la sociedad moderna dejará de ser tan solo un agregado disperso de individuos, para volver a ser comunidad. Recordar no solo es traer a la memoria un hecho ingrato, es “volver al corazón”, al sentido mismo de las cosas, de aquellas que nos (debería) importar a todos.
(1) Las comisiones de la verdad en América Latina. En: http://www.derechos.org/koaga/iii/1/cuya.html#que (Última consulta: 4 de marzo de 2009)

Educación, salud, justicia y seguridad: ¿Y las reformas?


Casi a mitad de camino, es importante detenerse y preguntar no solo cuanto falta para llegar, sino también mirar hacia atrás para ver el camino recorrido. Y si bien lo andado puede ser significativo, ello no implica que el trecho avanzado no haya podido ser mejor, especialmente si el viajero de turno estuvo de acompañado de buen clima, dinero en el bolsillo, buenas provisiones y un camino con ciertos baches pero sin ningún obstáculo significativo. Con tanto a favor ¿pudo nuestro viajero haber avanzado más? Esta figura nos servirá para acercarnos brevemente a cuatro áreas cuyas urgencias contrastan con la atención no solo política, sino también mediática que reciben, tratando de evaluar lo andado a mitad de gobierno: la educación, la salud, la justicia y la seguridad.

A nivel educativo la ley de la carrera pública magisterial, las evaluaciones a los docentes y la disputa SUTEP – Ministerio de Educación parecen haber perdido el espacio mediático del que gozaban hace un tiempo. Sin embargo, los viejos problemas de nuestra educación persisten, tal vez esperando que la próxima disputa les permita irrumpir nuevamente en la escena pública. Aún cuando se habla de la “transformación invisible de la educación”, varias preguntas pendientes siguen sin ser respondidas: ¿en que medida la confrontación no terminó mellando la institucionalidad de este sector? ¿Las acciones emprendidas cuanto han mejorado nuestro sistema educativo? ¿Cómo se pretende enfrentar los grandes problemas de este sector: corrupción, ineficiencia, burocracia y falta de motivación? Parece lugar común afirmar que la clave del desarrollo de un país en buena parte reside en afianzar el capital humano de su población, es decir, su educación. Esto permite a un estudiante con buena formación tener mayores opciones laborales y personales. Al parecer, esta educación liberadora que desarrollo capacidades para generar oportunidades aun parece alejada.

La salud es otro de los grandes sectores desatendidos. La estrategia emprendida desde este sector fue similar al de la educación, buscando debilitar y deslegitimar a cualquier otro actor que pudiera hacer sombra al ministro de turno. Sin embargo, los problemas de cobertura, acceso, atención y calidad siguen presentes, ajenos al avatar político del día a día. Los intentos por mejorarlo solo parecen ser paliativos frente a la problemática existente. Es pertinente recordar que en la administración moderna no se trata exclusivamente de mejorar los procesos existentes, sino mas bien preguntarse si estos son los adecuados y responden a las necesidades de la población que busca atenderse. Nuevamente el árbol llama nuestra atención, en lugar del bosque.

De manera similar a los sectores anteriores, el sector justicia solo parece atraer nuestra mirada cuando salta algún escándalo o la amenaza de huelga de los servidores es inminente. Los diagnósticos sobre sus problemas parecen siempre coincidir: elevada carga procesal producto de una alta cultura litigiosa, red burocrática densa, procesos largos y anodinos, sin olvidar la corrupción presente en sus distintos niveles. Es importante reconocer, además, las barreras que menciona Wilfredo Ardito en el acceso a la justicia en el Perú: económicas, lingüísticas, geográficas, culturales y documentales. (1) Aún reconociendo la problemática existente, muchas autoridades parecen haber renunciado a iniciar reformar profundas, sostenibles y transparentes.

Finalmente, pero no por ello menos importante, tenemos a la seguridad ciudadana como una de las preocupaciones más importantes de la población. No solo parece tratarse de asaltos, secuestros, robos, etc. Es también ese aspecto que parece intangible pero que sin duda es importante: la sensación de inseguridad que padece la ciudadanía. Esta no solo es reconocible a través del miedo de salir a la calle a ciertas horas y en determinadas zonas. Esta sensación va minando un elemento poco valorado en nuestra sociedad que es el capital social. Bernardo Kliksberg lo define como esa capacidad de asociatividad basada en el clima de confianza que desarrolla una sociedad. Todo ello aunado a la conciencia cívica y a los valores socialmente compartidos que manifieste y que permitan consolidar redes fuertes entre el Estado, la sociedad civil y la empresa privada. En una sociedad donde casi todos se miran con recelo, casi preparados para defenderse y luego atacar (o viceversa) este tipo de capital se ve seriamente reducido.

Dos anotaciones finales. Si bien algunos de estos problemas tienen carácter sectorial, es innegable el nivel estructural de varios de ellos. La corrupción y la ineficiencia, al no ser característica de un ministerio en particular, requieren propuestas articuladas de reforma que involucren a todo el sistema. En segundo lugar, volviendo a la metáfora que utilizamos al inicio de este artículo y buscando no caer en el pesimismo siempre tentador y autosuficiente que asoma cada vez que pensamos en el país, no podemos negar el trecho avanzado, pero es también vital no olvidar lo que nos queda por recorrer y las necesidades por resolver en este largo camino.
(1) Ardito, Wilfredo. Perú: acceso a la justicia. En: http://www.servindi.org/actualidad/2495 (Última consulta: 26 de febrero de 2009)